El interior

La ermita de San Roque es una construcción sencilla de una sola nave, con cubierta a dos aguas y bóveda de lunetos. El crucero se cubre con cúpula con linterna sobre pechinas. Esta cúpula presenta ocho nervios interiores, remarcados mediante la pintura, y cuyos tramos están decorados con motivos florales y frutales.

Los arcos torales del crucero aparecen ricamente decorados con pinturas del siglo XVIII, predominando una decoración a base de motivos geométricos y florales. En las pechinas de la cúpula aparecen representados: San Andrés, San Bartolomé, San Francisco y Santa Catalina, obras del siglo XVIII.

Desde el crucero se accede, por el lado del Evangelio, a la sacristía, espacio por el que se llega a un pequeño patio que en la actualidad comunica con una calle lateral.

El exterior

Al igual que ocurre en la de San José, la de San Roque se encuentra circundada, salvo en su cabecera, por una plazoleta.

La fachada principal está orientada hacia el oeste, tiene puerta adintelada y sobre ella dos arcos de descarga y una lápida en la que aparece la fecha de construcción, 1761. En la parte superior existe una ventana con arco de medio punto, para iluminar el coro. Remata la fachada una espadaña con campana y veleta.

El conjunto de la ermita se encuentra adosado en su cabecera a una vivienda particular.

Zonas desaparecidas

Adosada al muro exterior del Evangelio, y aprovechando el espacio existente entre los contrafuertes, se edificó una dependencia, hoy desaparecida, a la que se accedía desde la sacristía de la ermita, y que estaba destinada a conservar el trono y otros ornamentos de la patrona Santa Eulalia de Mérida.

Del lado de la Epístola y a través del presbiterio se conectaba antiguamente, por una entrada hoy cegada, con la desaparecida vivienda del ermitaño que estaba al cuidado del templo.