Torre Pacheco

Torre Pacheco

Según afirma Francisco Cascales en su obra "Discursos históricos de la ciudad de Murcia y su Reino" en época romana existió un tal Junio Pacheco. De modo, que la presencia de la familia Pacheco en España es antiquísima. Con el paso de los años la saga de los Pacheco marchó a Portugal, y más tarde se instaló en Ciudad Rodrigo, cerca de Salamanca.

En el siglo XV, un tal Alonso Pacheco, vecino de Ciudad Rodrigo tuvo dos hijos: Pedro y Esteban quiénes se trasladaron al sur de España, en concreto a Villena y a Elche. Esteban se casó con una murciana, Isabel de Perea, mientras que su hermano Pedro (aparece como Pero en los documentos) fue uno de los beneficiados en el repartimiento de las tierras del Campo de Murcia. El 7 de noviembre de 1478 el Concejo de Murcia dona a Pero Pacheco las tierras en las que construirá el cortijo y la torre fortaleza que darán origen a Torre Pacheco. Su descendiente, Luís Pacheco Arróniz, edificó una parroquia que dio origen al actual poblado en 1603.

Roldán

La literatura medieval nos ha dado a conocer la historia de un tal Hruodlandus, un franco al que los españoles llamaron Rolando y los franceses conocieron como Roland o Roldán. En el año 778, el rey franco, Carlomagno, acompañado por Roldán, uno de sus hombres de confianza, acude a Zaragoza llamado por el Emir, Suleyman Ibn Arabí quién se había revelado contra el Emir de Córdoba, pero antes de entrar en Zaragoza, Carlomagno teme una emboscada, por lo que decide regresar a su tierra. El Rey cruza la frontera, pero los hombres que forman la retaguardia son atacados por los vascones en Roncesvalles. Roldán falleció como consecuencia de aquella escaramuza.

Roldán pasó a la historia más allá de su muerte, ya que la Batalla de Roncesvalles dio origen a una composición literaria, que está considerada como el Cantar de Gesta más importante de la literatura francesa de los siglos X y XI. La obra se atribuye al poeta normando Turoldo y se llama "Chanson du Roldan" (la Canción de Roldán). El autor centra su obra en la Batalla de Roncesvalles y muestra a Roldán como un mártir cristiano que muere heroicamente al defender un paso de montaña. En el siglo XII, un autor anónimo escribió el Cantar de Roncesvalles del que sólo se conservan un centenar de versos y que narra los lamentos de Carlomagno por la muerte de Roldán. Estas dos obras se escribieron varios siglos después de que se produjeran la Batalla de Roncesvalles y estaban basadas en relatos de la tradición oral, por lo que la certeza de las hazañas de Roldán queda en entredicho ya que es sabido que los autores medievales magnificaban las gestas de los héroes. La información más fiable es la que ofrece Eginardo, (biógrafo de Carlomagno y por tanto contemporáneo de Roldán) quien afirma que "Hruodlandus era un prefecto o guardían de las fronteras de Bretaña que murió en una batalla en los Pirineos".

La espada de Roldán se llamaba Durandhel y su cuerno Oliphant. Una serie de descendientes del linaje Roldán se instaló en Aragón y en el Reino de Valencia. De este último lugar procede la familia que, a principios del siglo XVI, recibió tierras en un paraje del Campo de Cartagena al que dieron nombre. Eran hidalgos y debido a la limpieza de sangre algunos de ellos tuvieron que ver con la Inquisición como es el caso de un tal Juan Roldán que vivió en la primera mitad del siglo XVI. La espada de Roldán aparece en el antiguo escudo del equipo de fútbol de la localidad, mientras que el cuerno forma parte del escudo heráldico de la familia Roldán.

Balsicas

En época romana se construyó una calzada entre Cartagena y Orihuela para mejorar las comunicaciones. La calzada pasaba por las tierras que hoy en día ocupa Balsicas. Debieron de ser muchos los que transitaron por aquel lugar en la Edad Antigua y en la Edad Media, pero parece ser que nadie se quedó a vivir allí hasta que, a finales del siglo XV, el Concejo comenzó a adjudicar tierras a personas de otros lugares con el fin de repoblar el Campo de Cartagena.

Como aquel sitio era lugar de paso, alguien tuvo la idea de construir dos balsas junto al camino para abastecer de agua tanto a los viajeros, como a los primeros habitantes de aquellas tierras. No se conoce con exactitud la fecha de construcción de las balsas, aunque probablemente debió de ser en el siglo XVI, ya que Robert Pocklington no hace referencia a las mismas en el mapa que elaboró sobre los topónimos que existían en el Campo de Cartagena a finales del siglo XV. El nombre del lugar recoge el sufijo "ico", tan popular en la zona. Lo que no está claro es si ese sufijo hace referencia a la profundidad o al tamaño de la balsas. Éstas se encontraban junto al cruce de la carretera de Roldán y recogían el agua de lluvia que descendía desde la "Cañada del Inglés". Las balsas estuvieron descubiertas hasta la década de 1950. En la actualidad, ese lugar está ocupado por un edificio de viviendas.