Interior de la Iglesia de San Pablo de Abarán [Abarán_Historia]
Interior de la Iglesia de San Pablo de Abarán
Representación de los moriscos [Ntra.Sra. Asuncíon]
Representación de los moriscos


   Expulsión de los moriscos y despoblación de Abarán

   Una vez conquistada Granada (1492), los mudéjares del reino de Murcia se ven obligados a elegir entre la conversión al cristianismo o la emigración en 1502. Los de Abarán llevaron a cabo bautizos masivos, con el fin de poder permanecer en su hogar. Con su conversión al cristianismo, los mudéjares pasarán a llamarse moriscos y el pueblo deja de regirse por la aljama, constituyéndose el Concejo con alcaldes ordinarios y regidores.

   A lo largo del siglo XVI la población de Abarán se quintuplica, quedando reflejado en el censo de Salazar de 1610 la cifra de 166 familias de moriscos y solo cinco de cristianos viejos. La expulsión general decretada en Murcia en 1610 no afectó en un primer momento a los moriscos del Valle de Ricote, gracias a su antigüedad en la comarca, la protección que les profesaba el marqués de los Vélez, adelantado del reino de Murcia, y la alta estima en que los tenía el obispo de la diócesis de Cartagena.

   A pesar de todo, el 8 de mayo de 1613 se decreta su deportación masiva. La expulsión traerá, por consiguiente, un drástico descenso demográfico, acompañado de una crisis económica, que sumirá a Abarán en un período de depresión, del que no logrará recuperarse hasta bien entrado el siglo XVIII. Para intentar paliar esta situación se trajeron algunos colonos, pero el antiguo censo quedó inexorablemente reducido a la tercera parte. A esta penosa situación se le unirían las mortíferas epidemias que sacudieron a la población a lo largo del siglo XVII.

   Recuperación durante el siglo XVIII

   El siglo XVIII trae consigo la esperanza para los moradores del Valle de Ricote, que ven como sus contingentes poblacionales se van recuperando a lo largo de esta centuria. Gracias a su emplazamiento y posibilidades, Abarán consigue recuperarse más rápidamente que las villas vecinas, posicionándose demográficamente en primer lugar entre las seis parroquias del Valle de Ricote. Las mejoras hidráulicas y de las comunicaciones emprendidas en esta centuria, junto con las técnicas agrícolas y renovación de cultivos introducidos en los campos, permiten potenciar la prosperidad del lugar. Testimonio de este mayor desarrollo económico son las obras acometidas: la iglesia parroquial, la casa-ayuntamiento, la iglesia de San Pablo o el puente de piedra sobre el Segura. Sin embargo, Abarán continuaba bajo el poder despótico civil y religioso de la Orden de Santiago, a pesar de los esfuerzos del Cardenal Belluga y otros prelados de Cartagena, de conseguir su retorno a la jurisdicción eclesiástica del obispado. El viejo Abarán medieval es demolido en esta época para levantar en un lugar un pueblo en concordancia con los criterios urbanísticos modernos.