Jose María D'Stoup [Las Torres de Cotillas]
Jose María D'Stoup


   La pervivencia del dominio señorial en Cotillas

   La hostilidad de la población de Cotillas hacia su señor se agudizó en el siglo XIX. El marqués de Corvera conservaba numerosas facultades: elección de alcaldes ordinarios y regidores, nombramiento de alcalde mayor para impartir justicia, cobro de alcabalas y tercias, derechos de pastos y hierbas, monopolios señoriales, partición de frutos, impuesto del seteno en las tierras de regadío y del décimo en el secano, luismos y fadigas sobre las casas.

   El proceso de liberación del yugo feudal fue conflictivo. En 1845, por una sentencia del Tribunal Supremo, la localidad se incorporaba al Estado, si bien se reconocían al marqués de Corvera los derechos de propiedad privada. Lo que se quería hacer ver como derechos contractuales, en realidad eran pervivencias del señorío jurisdiccional medieval.

  En 1849, el marqués de Corvera, Rafael de Bustos, tomó posesión simbólica del otrora señorío. Según el Diccionario Geográfico-Histórico de Madoz (1850) la villa contaba con 1.413 almas. El contencioso entre los vecinos de Cotillas y el marqués se prolongó durante el siglo XIX. Contó con un animador de excepción en la figura del terrateniente José María D'Estoup, dueño de 1.237 tahúllas en la huerta y 1.200 en el secano de la villa.

   La secular escasez de agua

   En 1886, el marqués de Corvera reclamó las aguas del río Segura para Cotillas a través de una demanda contra los regantes de Alguazas y Ceutí. Se basó en que ya habían sido concedidas a Juan Pérez Calvillo en 1532 y 1535. El agua de la acequia de Alguazas para Cotillas era de más de 2.000 litros por segundo en época de estiaje. De ellos pedía el marqués 957 litros, destinados a regar las más de 4.000 tahúllas de la villa. Los demandados se defendieron afirmando que las aguas del Segura nunca habían regado la huerta de Cotillas y que los derechos de los antepasados del marqués habían caducado.

   Tras diversas consultas se comprobó que parte de Cotillas había sido regada con agua del Segura y no sólo con las dos acequias que partían del río Mula (La Rafa y La Nueva), como decían los alguaceños, sino también con el acueducto construido por Calvillo y derrumbado por las avenidas del río Mula (primera mitad del siglo XVII). Sin embargo, en 1889 el Tribunal Supremo dictó sentencia a favor de Alguazas y Ceutí.

   Las Torres de Cotillas en el siglo XX, carencias y progreso

   El 14 de julio de 1916 se ordenó que la villa recibiera la denominación de Las Torres de Cotillas. En aquellos años, la economía torreña seguía estancada. Los principales cultivos seguían siendo la vid, el olivo, la morera y el cereal. Tampoco sufrió cambios la estructura social, de modo que la propiedad de la tierra seguía concentrada en unos pocos terratenientes foráneos. Las 4.360 tahúllas de regadío se repartían entre 236 regantes, de los que tres poseían el 45%. Los campesinos cultivaban la tierra de los propietarios en arrendamiento, a cambio de reducidos jornales y sometidos a la imposibilidad de elevar su nivel cultural.

   En 1924, el Ayuntamiento decidió construir escuelas propias. Antes existieron dos escuelas, propiedad del marqués de Corvera y de la familia D'Estoup. En abril de 1929, tras cinco años, las nuevas instalaciones municipales fueron inauguradas con el nombre de ¿General Primo de Rivera?. Respecto a las pedanías, en 1927 se acordó la creación de dos escuelas mixtas. Una en la zona de Los Carambas, La Loma y Huerta de Abajo; otra en la Condomina, Cutillas y Huerta de Arriba. Durante la II República, en 1931 se construyó una escuela en Los Pulpites. En dicho año el censo escolar de Las Torres de Cotillas ascendía a medio millar de alumnos.

   En la década de 1920, Las Torres de Cotillas era una villa marcada por la falta de agua para riego. En torno a 1925, los hermanos Ródenas instalaron los primeros motores hidráulicos para el regadío en Los Pulpites. Junto a las carencias hidráulicas, culturales, sanitarias y de seguridad, la población se veía sometida a otras calamidades. Entre ellas, largos períodos de sequía alternados con inundaciones y terremotos importantes como los de 1911 y 1917 (éste alcanzó la intensidad 7 en la escala Richter). Con todo, la villa pasó de los 2.606 habitantes en 1900 a los 3.970 de 1930.

   Muestra del lento progreso de Las Torres de Cotillas fue la instalación de las primeras fábricas de conservas en la década de 1920. Se trataba de 'La Florida' (propiedad del mallorquín Lorenzo Vicens), la de Escrivá, la de Contreras, etc. Todas empleaban una tecnología simple, abundante mano de obra, además de contar con escaso capital. Elaboraban pulpa de albaricoque, tomate y melocotón al natural, mermeladas, guisantes o alcachofas.

   Como consecuencia de la pobreza y el aislamiento que trajeron consigo la Guerra Civil (1936-1939) y la posguerra, el crecimiento poblacional se vio frenado. Así pues, en 1940 Las Torres de Cotillas contaban con 4.806 habitantes, cifra que un decenio más tarde ascendía a 5.327. En la década de 1940 se instalaron nuevos motores hidráulicos para regar la huerta torreña. A partir de entonces comenzaron a extenderse nuevos cultivos: albaricoquero, melocotonero, hortalizas y verduras.

   Fue a partir de la década de 1960 cuando Las Torres de Cotillas empezó a salir de su aislamiento. Durante la segunda mitad del siglo XX, con especial incidencia en los años finales, el motor económico del gran progreso en la villa fueron la agricultura y la construcción. Ya en 1970, el número de propietarios de tierras ascendía a 1.485 personas, es decir cuatro veces más que en 1940. Por otro lado, la emigración y las tasas de analfabetismo se redujeron de forma significativa. Una de las causas más destacables de esta modernización del último tercio del siglo XX fue la llegada de agua del Trasvase Tajo-Segura. Miles de hectáreas de secano fueron transformadas en productivas tierras de regadío. Tampoco hay que olvidar la mejora de las comunicaciones y los transportes. Ello se explica por la cercanía con dos núcleos de población tan importantes como Murcia y Molina de Segura, unido a la estratégica ubicación de Las Torres de Cotillas en el eje viario, que une la capital murciana con Madrid, Levante y Andalucía. En 1994 la villa superaba los 15.000 habitantes.

   Al iniciarse el siglo XXI, Las Torres de Cotillas se presenta como un municipio moderno y dinámico, con una economía basada en el sector servicios. Buena muestra de ello son sus 18.000 habitantes, entre los cuales se encuentran numerosos inmigrantes. Además, las urbanizaciones del municipio siguen creciendo, lo que refuerza su pujante sector de la construcción.