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Anil Das Gupta González

Biografía

 Anil Das Gupta charlando con un alumno [Mula_El Niño de Mula]
Anil Das Gupta charlando con un alumno

Anil Das Gupta González, Calcuta 1954.

Un ciudadano del mundo residente en El Niño de Mula

Anil Das Gupta González nació en Calcuta el 16 de diciembre de 1954, fruto de la unión de un ciudadano indio y una mujer gallega.

Su infancia fue algo complicada por la supuesta 'anormalidad' de la situación, las posturas vitales divergentes o el inevitable racismo al que debió enfrentarse. Todo ello le ha servido para reflexionar sobre las dificultades de la multiculturalidad, los valores del mestizaje y un cuestionamiento radical de la 'pureza', siempre estéril: 'cualquier rastro de ella hay que perderlo, mezclarlo', apunta recordando a Eduardo Haro Tecglen.

Por lo demás, a pesar de los evidentes contrastes, el cambio entre la India y España no le resultó demasiado pronunciado ya que, 'en el fondo, todas las sociedades rurales, y en esa época ambas lo eran, se parecen, como sucede con todas las sociedades urbanas contemporáneas'.

Estudió Medicina Tropical (centrándose en Epidemiología) e Historia del Arte, aunque su aprendizaje artístico ha sido principalmente autodidacta, refinando su técnica en diversos cursos y academias.

Anhelo de nuevos horizontes

Terminó los estudios con gran necesidad de cambiar de aires y al año de licenciarse se marchó a Nicaragua en calidad de cooperante de una ONG. Esta experiencia dejó huella en su formación personal, por lo que decidió continuar trabajando durante quince años en diveros países subdesarrollados. Tras este período regresó a Europa, afincándose en Madrid, donde trabajó en proyectos dedicados al diseño de sistemas de gestión.

La temprana muerte de sus padres le llevó a retomar la actividad artística y tras rechazar la opción de matricularse en la facultad de Bellas Artes, decidió aprender el oficio por su cuenta. En esta época pensó en abandonar la capital y retirarse a un lugar más tranquilo, eligiendo finalmente la Región de Murcia y comprando la vieja Casa Pedriñán en la pedanía de El Niño de Mula.

Tras diez años residiendo en esta localidad continúa fascinado por la belleza de sus paisajes, cuenta con un estudio de pintura donde da rienda suelta a sus dotes artísticas y no abandona la actividad como cooperante internacional.