Según las relaciones topográficas de Felipe II, el nivel de población de Jumilla era bajo y disperso, estableciéndose en sus zonas rurales. Este último dato equipara a Jumilla con Albacete y a La Alquería como ejemplo de concentración de población en las zonas agrícolas, siempre destacada en las tierras de Jumilla gracias a sus seculares cultivos de regadío. En 1546 las relaciones topográficas fijaban en unos 3.000 los habitantes de Jumilla, la mitad de ellos repartidos por aldeas como La Alquería, población que se redujo sensiblemente tras la expulsión en 1614 de los moriscos de la Península, decretada en 1609.

    Estas tierras, repobladas tras la Reconquista con vecinos llegados desde Aragón y Cataluña, se dedicaron al cultivo de la vid y el esparto, así como la alfalfa para pienso. El cultivo de cereal no era destacable, pues durante el siglo XVI hubo que exportar cereal para abastecer al total de la población. Estos cultivos se verían beneficiados por las pequeñas infraestructuras que en 1592 trasladarían agua desde la vecina localidad de Fuente del Pino hasta Jumilla. Podemos señalar que la actual producción de queso de cabra en la zona tuvo sus comienzos en tiempos de Felipe II.

    La Alquería figura en el censo realizado en 1750 por el marqués de la Ensenada, que fija en 300 los vecinos de Jumilla, indicando que la mitad de ellos se localizaban en áreas rurales, (si multiplicamos esta cantidad por 5 obtenemos un total de 1.500 habitantes).

    El último tercio del siglo XIX supuso para la zona un momento de auge demográfico, gracias a los nuevos cultivos de vid y a su manufactura en bodegas. A lo largo del siglo XX a los cultivos de regadío como el melocotón, el almendro y el olivo se sumó el de la variedad de pera Ercolini, denominación de origen Jumilla, hecho que supuso para La Alquería un motivo más para el progresivo desarrollo de su aldea.

    Hoy día La Alquería es una villa que, dada su cercanía a la capital, dispone de todos los elementos de servicio públicos necesarios. Tras la Guerra Civil española, y durante la dura época de posguerra, los vecinos se vieron obligados a ocupar antiguas cuevas, al pie de la Sierra del Peliciego y construir allí sus viviendas. En la actualidad, sobre estas cuevas se levantan los domicilios modernos de los habitantes de La Alquería que trabajan, en su mayoría, en el cercano polígono industrial de la villa.