Hasta la época del dominio musulmán no aparecen nuevos asentamientos en el área de Bullas. Dos son los que se reconocen en la actualidad: El Castellar, donde se hallaron los restos de un baluarte militar árabe del S. XII, conocido familiarmente por el nombre de 'El Castillico'; y el casco urbano de Bullas, en cuya parte más antigua se ha documentado un pequeño núcleo poblacional de cultura andalusí. Tras el proceso de Reconquista del reino de Murcia, Alfonso X donó en 1254 los derechos de señorío de de la zona al Castillo y villa de Mula. Pero pocos años después, estos privilegios serían entregados por Alfonso X y Jaime I de Aragón a la villa de Caravaca.

  La constitución del municipio de Bullas

  En 1444 el maestre de la Orden de Santiago concedió el señorío sobre la villa de Bullas a Cehegín, bajo cuya tutela permaneció durante dos siglos. Transcurrido ese tiempo, la villa de Bullas y su pedanía de La Copa quedan englobadas en un Concejo propio, el 19 de diciembre de 1689, en función de  un decreto real de Carlos III.

  En la Plaza Vieja de la localidad, centro cívico y 'ágora' política desde tiempo atrás tuvieron lugar actos importantes en la vida de la población. Entre ellos destacan la elección de la primera Corporación municipal en el año 1690 o la votación popular para instaurar al patrón de la localidad. No muy lejos de ella, la calle Peseta traza el declive en la ladera del montículo donde estuvo asentado el Castillo, del que ya no se conservan restos. Sin embargo, la independencia política no implicó la ruptura de los vínculos económicos con Cehegín.

  El núcleo poblacional aparece mencionado en algún documento de los últimos años del siglo XVII; pudiéndose documentar con garantías en los libros de Alcábalas (recaudación de impuestos sobre la propiedad) del siglo siguiente. Además, se menciona en la obra del ceheginero P. Moreno, 'Rara y maravillosa Ave, María Santísima de las Maravillas', publicada en Murcia en 1748. En dicho libro se cuenta lo siguiente:

  "En el partido de la Copa de Bullas sucedió que estando un hombre en la cama con excesivos dolores mucho tiempo, había llegado nuestro Pecador a su puerta; le hizo entrar donde estaba, y le pidió con lágrimas lo curase, que había muchos días que lo estaba deseando, por la mucha fe que le tenía. Hablando nuestro Pecador con él, le dijo: ¿Crees que Dios está en esta piedra? Pues si lo crees, póntela en la cabeza. Y tomando la piedra el enfermo, se la aplicó a su cabeza, y luego al punto quedó bueno". El personaje mencionado es el Padre Pecador, nombre con el que se conocía al franciscano Francisco Pecador, que ha dado nombre a un paraje a medio camino entre Bullas y Cehegín, el Arroyo y Fuente del Padre Pecador.