Cuando Granada cae finalmente en 1492 (Ver documentos), comienza a trazarse el devenir histórico del territorio de Cañada de la Cruz. Si bien, a este respecto tan sólo se acumulan los datos que proporcionan diversas actas notariales y noticias sobre la venta, compra y herencia de las propiedades de la villa y su entorno. Es el Concejo municipal el que se encargó de repartir el territorio de Cañada y sabemos que sería la Encomienda de Santiago, orden de suma importancia en la realidad histórica de la comarca del Noroeste y otras áreas de Murcia, la que se quedará con una décima parte de la localidad, siendo el comendador de la orden Diego de Soto el futuro señor de Cañada de la Cruz, tras comprar la villa a Alonso Gómez de Cobo y Juana Martínez Albacete.

  Tras casar uno de las hijas del Comendador, Isabel, con un Fajardo, las propiedades de Cañada formarían parte del abultado patrimonio de la gran familia de los Fajardo. Sería el nieto del comendador, Alonso Fajardo de Soto, regidor de Murcia, el heredero del señorío de Cañada, aportando este patrimonio durante sus aspiraciones a los títulos de barón de Benidorm y Polop.

  Señores de Cañada de la Cruz

  Tras sucesivas ventas y arrendamientos, en 1596 es Lorenzo Rodríguez 'el Viejo' el propietario de la villa, tras una ejecución de deudas, siendo tasada en 4880 maravedíes. En 1650, y tras haber sido repartida la villa entre los hermanos Guerrero en 1643, figura como Señor de Cañada de la Cruz, don Diego Herrero. Su hijo Santiago y su nuera, María Cantero, arrendarían tierras en 1691.

  Como vemos Cañada de la Cruz debió tener una vocación de territorio señorial, dedicado a la cría de ganado y al cultivo de cereal, circunstancia que a través de los siglos se perpetuaría, si bien las relaciones administrativas de la población variarían desde una dependencia hacia un señor hasta una total independencia administrativa.

  Edad Contemporánea

  A lo largo de los siglos XIX y XX su territorio seguiría siendo terrenos de labor y de pasto de ganado, principalmente ovino. Aún hoy podemos observar los restos de las casas con sus cuadras, establos y recintos para el ganado, mientras en la calle mayor de la población se observan las fachadas, rejerías y puertas de las viejas casonas. A mediados del pasado siglo XX se construye una iglesia para la patrona, Purísima Concepción, dejando atrás la vieja ermita, hoy en ruinas, que había sido vendida sucesivamente a distintos propietarios.