La liebre es un animal de caza menor o de pelo, perteneciente a la familia de los Lepóridos, dentro del orden de los Lagomorfos, de aspecto similar al conejo pero de tonalidades diferentes y mayores dimensiones, sobre todo en las orejas, más anchas y largas.
La liebre posee un cuerpo completamente cubierto de pelaje denso y suave. Dos de las características que la definen son su constitución atlética y esbeltez. Las extremidades presentan una estructura especialmente afinada, alargada y poderosa (las traseras de mayor longitud que las delanteras), adaptadas para desarrollar una rápida carrera, llegando a alcanzar velocidades superiores a los 60-70 km/h. Sus patas finalizan en su extremo inferior con cinco dedos con garras. Los músculos de sus extremidades contienen hemoglobina, aportando a la carne de estos ejemplares colores rojizos oscuros.
Normalmente su longitud queda comprendida entre los 50 y 68 cm, con 30 cm de altura y un peso que puede ir desde los 1,5-2,5 kg en ejemplares pequeños, hasta los 6,5 en los más grandes, de mayor edad.
El pelaje muestra diferentes coloraciones, pero siempre con tonalidades pardas, amarillentas y blanquecinas que la hacen pasar desapercibida ante depredadores.
La liebre habita en libertad en terreno abierto de cultivos cerealistas y escasa vegetación arbórea, prefiriendo las zonas de monte bajo. Construye madrigueras en el suelo, sobre una base de maleza tupida.
Sus sentidos se encuentran adaptados a este tipo de hábitat, así como a su vida nocturna, desarrollando excesivamente el oído y olfato, además de poseer vista periférica debido a la disposición lateral de sus ojos. En los campos del interior de la Región de Murcia se pueden encontrar ejemplares sentados en el suelo con las patas delanteras estiradas, escrutando el horizonte, atentos a todo cuanto sucede a su alrededor y listos para iniciar su rápida carrera.
Uno de los comportamientos característicos de defensa en esta especie consiste en dirigirse hacia su madriguera efectuando cambios bruscos de dirección, sin seguir una línea recta, a modo de despiste. Al llegar a su guarida sus patas traseras la impulsan en un gran salto para colocarse sobre su refugio en sentido contrario al de su marcha.
Se trata de un animal herbívoro en cuya dieta abundan las gramíneas, bayas silvestres, hojas, etc.
Variedades
En la Península Ibérica se conocen mayoritariamente tres especies diferentes de liebres, incompatibles entre sí:
Liebre ibérica (Lepus granatensis). Muy extendida, pero tan sólo se encuentra en España y Portugal. De pequeño tamaño (alcanza los 2 kg), con características manchas blancas en sus extremidades y vientre.
Liebre europea (Lepus europaeus). Se da en la práctica totalidad de Europa (hasta el noroeste de la Península Ibérica). Su peso se puede elevar hasta los 4 kg, con un contraste menor entre las tonalidades de su pelaje en el vientre y dorso, debido a un área de transición en pardo o grisáceo.
Liebre de piornal (Lepus castroviejoi). Se trata de un endemismo que se da en la Cordillera Cantábrica, en cotas superiores a los 900-1.000 metros. Su peso y tamaño son intermedios entre las dos anteriores, sin presentar manchas blanquecinas en las patas, pero con un tono blanco contrastado en el vientre (aunque de extensión menor a la liebre ibérica). En su rostro presenta una banda blanca que le cubre desde la garganta hasta los ojos.
Propiedades nutritivas
La liebre posee una carne muy rica en proteínas, purinas y aminoácidos esenciales de alto valor biológico, así como niveles muy bajos de grasa (en algunos ejemplares la mitad de esta sustancia que el conejo).
Entre las vitaminas destacadas en su composición entran las del grupo A y B, especialmente la B3 o Niacina y la B12.
Los minerales significativos en la carne de liebre son el potasio, fósforo, calcio o hierro.