La producción sedera ha tenido uno de sus principales centros en Murcia, y durante muchos años ésta constituyó el centro de la economía de muchas familias murcianas, ya que los huertanos aprovecharon para cultivar moreras en sus tierras, al tiempo que seguían trabajando en las actividades agrícolas.
La industria de la seda como tal comienza a desarrollarse lentamente en el siglo XVII, cuando disminuye la presencia de comerciantes extranjeros en la zona y aumenta la de artesanos y mercaderes locales.
Es de 1660 en adelante, cuando los comerciantes murcianos compraban más seda que los foráneos, contribuyendo a la formación de un núcleo mercantil sedero.
Pero la manufactura murciana no se desarrolló todo lo que era de esperar gracias a su auge productivo y sus recursos humanos, ya que éste no fue acompañado de una transformación social y económica que lo permitiese.
Es decir, no se invertía en actividades artesanales. Como consecuencia, se produjo un proceso de ruralización demográfica y económica que no supo ser aprovechada para fomentar la producción sedera.
Durante el siglo XVII se desarrolló en Murcia un sistema de organización de la producción y del trabajo que se basaba en una estructura gremial y en el taller artesanal, normalmente de carácter familiar.
En la actualidad ya no se produce seda en Murcia, se trata de una actividad extinguida por completo, al menos como industria a gran escala.
En los años de esplendor de la sericultura murciana, destacaba en primer lugar la Huerta de Murcia, y también otros municipios o comarcas, como el Bajo Guadalentín interior, Cehegín, Mula, Lorca, Cieza, Archena y Campo de Cartagena.
En general, se puede decir que se encontraba bastante extendida por toda la Región Murciana, especialmente en los entornos de las vegas de los ríos.