Composición y valor nutritivo
La composición de la miel variará en función de su origen, sin embargo podemos hablar de una composición básica, común a toda clase de mieles: poseen más de un 75% de glúcidos (40% fructosa, 34% glucosa, 2% sacarosa y 2% de dextrinas y fructooligosacáridos ), un 20% de agua, aminoácidos esenciales, ácidos orgánicos, sales minerales y oligoelementos (potasio, sodio, calcio, magnesio, hierro, fósforo, azufre, cloro), vitaminas de todo tipo excepto la vitamina A, algunos enzimas digestivos ¿amilasas, invertasas, catalasas, o peroxidasas, entre otras-, sustancias antibióticas y polen.
No debemos dejarnos engañar ya que la miel es, básicamente, un alimento energético, si bien aporta algo menos de calorías que el azúcar (316 Calorías por 100 gramos frente a las 400 Calorías por 100 gramos del azúcar). Además las personas diabéticas deben tomar frente a ella las mismas precauciones que frente al azúcar (su índice glicémico es de 87 frente al del azúcar que es de 100).
Sin embargo, entre estos dos alimentos existe una notable diferencia: el azúcar sólo contiene sacarosa mientras que la miel contiene otros azúcares, como la fructosa, que son de liberación lenta y están muy indicados para deportistas y, en general, personas con elevados consumos energéticos como los niños y jóvenes.
Además, la miel contiene numerosas sustancias que, si bien en cantidades ínfimas, pudieran ejercer determinados efectos beneficiosos para el organismo todavía desconocidos o recientemente conocidos.
Por ejemplo, el papel como prebiótico de sus dextrinas y oligosacáridos, o el más reciente descubrimiento de su riqueza en antioxidantes presentado por el equipo del investigador Nicki Engeseth de la Universidad de Illinois (EEUU) en el último Congreso Nacional de la prestigiosa Sociedad Química Americana.
Descubrimiento que ha sido rápidamente aprovechado por la Sociedad Americana de Apicultores para acuñar el siguiente eslogan publicitario: '¿No te gustan las espinacas? Prueba con la miel. Contiene aproximadamente el mismo nivel de antioxidantes que las verduras de hoja verde'. Lo que constituye un auténtico guiño hacia aquellos consumidores más preocupados por las patologías cardiacas y circulatorias y, en general, con la salud.