Casa de las Contribuciones

Este edificio, de tres pisos y patio interior, llama la atención por su peculiar fachada. La división por plantas incluye semisótano, bajo y dos pisos superiores, y al exterior se disponen de manera armoniosa pero sin seguir un esquema concreto.

Así la primera planta, con zócalo de piedra, consta de entrada principal y amplio bajo con puertas acristaladas. Mientras que el bajo está abierto con arco rebajado, la puerta de entrada, de hierro, está encuadrada en un arco de medio punto muy ornamentado con motivos vegetales y escudete.

El primer piso, que sigue los ejes, en cuanto a anchura, de la planta baja, tiene un mirador y un balconcillo de fábrica y ornamentado con forja; al balconcillo se accede por una puerta acristalada y enmarcada en un arco rebajado -decorado de igual forma que el arco de la puerta de entrada-; el mirador, de tres caras, tiene unos ventanales con vidrieras emplomadas de colores y decorado en su franja superior con guirnaldas. Tanto el balconcillo como el mirador se sustentan sobre cuatro ménsulas de piedra de estilo clásico.

La tercera y última planta ocupa toda la línea de fachada del edificio. Se trata de una terraza porticada con tres puertas de arco muy rebajado. El sustento del pórtico de esta terraza son cuatro pilastras y en su base se repiten las ménsulas, esta vez en número de tres, así como las guirnaldas decorativas.

A la piedra almohadilla y a la forja de la fachada se unen las cerámicas vidriadas que, junto a los motivos decorativos ya señalados, nos remiten a las líneas estéticas tan difundidas en muchos edificios construidos en el siglo XIX y XX.

El interior, en el que hoy día se distribuyen distintos despachos, está iluminado, tanto por las terrazas, como por las claraboyas de los techos. Abundan las molduras decorativas, la forja de la gran escalera de mármol y los detalles coloristas propios de la época.