Los inicios de la fortaleza

Al parecer, y como revela la fecha de fabricación de los restos cerámicos que se extienden por el yacimiento, el castillo de Alquipir hubo de construirse en algún momento cronológico situado, probablemente, en torno al siglo XII. Su función había de estar relacionada con el control de los campos circundantes y, según algunas fuentes historiográficas, con algún tipo de poblamiento que pudo haber existido bajo el amparo de la fortificación.

Tras la llegada castellana

Las noticias de época cristiana se remontan a los momentos inmediatos a la incorporación del reino de Murcia a la Corona de Castilla. La fortaleza de Alquipir quedaría inserta en los extensos territorios que en el noroeste murciano iban a pasar a ser señoríos de las órdenes militares. En este caso, el castillo, como lo había hecho siglos atrás, quedó inserto en los campos de Cehegín. Gómez Ortín señala que la propia torre Jorquera debió de ser construida por orden de los caballeros templarios para enlazar visualmente Alquipir, dentro de un plan de conexión para relacionar todas las fortificaciones existentes en este territorio fronterizo, amenazado por las razias de tropas musulmanas provenientes del reino de Granada.

El final de la fortificación

Fue esta propia peligrosidad, junto a la emigración de los habitantes musulmanes al reino nazarí y al norte de África, y la incapacidad castellana por establecer colonos cristianos en los campos murcianos, la que condujo a la despoblación generalizada del reino de Murcia. Una transformación que provocó, a su vez, la concentración de los que decidieron quedarse (o no pudieron irse) en núcleos urbanos. Y así, los campos quedaron despoblados, las alquerías islámicas fueron abandonadas, y otros núcleos de mayor entidad, desiertos. Con los años, no es descartable que algunas de las fortificaciones que en un primer momento continuaron activas en época cristiana, fuesen finalmente destruidas para evitar que fuesen conquistadas por el enemigo musulmán. Y tal pudo ser el caso de Alquipir.