Restos Ibéricos

El Cerro del Castillo, lugar que permite ejercer el control de los territorios circundantes fue el lugar elegido para la acrópolis situándose la población en las laderas, viviendas cuyos restos han sido encontrados en las excavaciones realizadas en los sótanos del Colegio de la Purísima, o en la Plaza Juan Moreno; por norma general presentan planta cuadrada o rectangular y están separadas por estrechas calles. Los zócalos de las casas son de mampostería y las paredes fueron levantadas con adobes y techadas con entramados de cañas y barro.

Estos poblados siempre se vinculan a un Santuario y una Necrópolis, los primeros restos de los que tenemos conocimiento, asociados a enterramientos ibéricos se sitúan en los cimientos de un edificio colindante a la calle Corredera, pero es en las excavaciones de la Calle Rubira donde se localizaron una serie de enterramientos que se han podido fechar con exactitud a finales del siglo V a.C. y comienzos del VI a.C. Sin embargo ha sido en la c/ Corredera donde se han encontrado las más importantes tumbas ibéricas, cuyos ajuares aparte de los objetos propios de la cultura ibera (cerámica pintada, armas, objetos de adorno en hueso) ha sacado a la luz numerosas cerámicas de importación, de origen ático, que prueba la inclusión de Lorca en las más importantes vías de comunicación de la época. Destacan otros elementos de prestigio, como una rueda de carro, realizada íntegramente en hierro y que es la mayor de su tamaño excavada hasta la fecha.

Al mismo tiempo, mantendrán relaciones también con los púnicos, como atestiguan los materiales de esta cultura hallados en la excavación del barrio conocido como La Alberca.