La pedanía de Doña Inés, donde se alza esta Ermita de San Isidro, se sitúa en el término municipal de Lorca.

En una zona que se caracterizó, en tiempos pasados, por poseer una población de tipo disperso, las ermitas se ubicaban en las casas señoriales, será al crecer y asentarse en núcleos definidos la población cuando comienzan a aparecer la mayoría de los edificios para ejercer el culto.

La Ermita de San Isidro se construye en la parte más alta de la pedanía, a mediados del siglo XX.

La ermita se encuentra en una pequeña plaza a la que se accede a través de varios tramos de escaleras.

Esta ermita depende de la Parroquia del vecino Coy, siendo el mismo sacerdote quien oficia en ambas pedanías.

Se trata de un edificio de planta rectangular cubierto con tejado a dos aguas con teja árabe.

En sus lados más anchos presenta contrafuertes, un total de ocho entre ambos lados, elemento este muy típico en las construcciones de nuestra región durante gran parte del siglo XX, haciendo que, visto de frente, el pequeño templo parezca dispuesto en talud.

En la zona más alta de su fachada principal se sitúa una espadaña, de un  vano, con campana suspendida. De esta fachada destaca la ornamentación de azulejos que decora el perímetro de la puerta de acceso, y en los laterales, también en azulejo, aparecen las imágenes de San Isidro y la Virgen del Rosario.

También aparece mención de la bendición que en el año 1997 impartió sobre el edificio el obispo Don Javier Azagra.

Del interior, muy sencillo, destaca al fondo de la única nave, el altar, elevado por un escalón y compuesto por una pintura inspirada en los pantocrator del románico catalán, recogido en la parte interior de un gran arco de medio punto.

Del resto de la decoración del templo sólo destacar las dos pequeñas hornacinas del lado izquierdo, y a la derecha dos óculos con vidriera de forma hexagonal.