En la pedanía murciana de La Ñora, muy cercana a Guadalupe y a su santuario, se encuentra esta histórica y bella ermita.

Se trata de un templo de una sola nave con tres capillas a cada lado y presbiterio poligonal de tres lados. Al exterior quedan marcados los contrafuertes que sustentan la nave así como las distintas cubiertas de esta estructura, a dos aguas en la nave central y de una sola vertiente las capillas laterales.

La portada principal es sencilla, con una puerta de dos hojas en arco rebajado enmarcada con dos pilastras y un entablamento coronado con un arco de medio punto con vidriera y el detalle ornamental de dos pináculos de aire escurialense. Toda esta fachada principal está coronada con una espadaña y a la entrada se accede por una ligera escalinata.

El interior de la ermita es una bonita muestra del último período artístico del barroco murciano. El altar mayor, de tres muros, se desarrolla en especial en su centro con el camarín en el que se expone la imagen de la titular. Las cubiertas del interior de la nave son bóvedas de medio cañón con lunetos mientras que el presbiterio se cubre con una cúpula de cuarto de esfera. Las pilastras que distribuyen las arcadas de división de la nave y capillas no tienen un orden concreto, sus capiteles forman parte del arquitrabe y entablamento que recorre las cornisas del edificio.

Estas cubiertas tienen pintados en sus lunetos ventanas simuladas y el resto de la decoración se recrea a base de cintas en colores azules, motivos vegetales, molduras y algunos motivos religiosos. Todo el conjunto queda ornamentado con la estética típica del período barroco y neoclásico.

Historia

Es difícil concretar el origen de esta ermita que sigue recibiendo el fervor de fieles y la conmemoración de fiestas y actos litúrgicos. Una versión de su origen hace referencia al hecho geográfico de que por sus inmediaciones atravesaba el paso a la senda de Guadalupe.

Otra de las versiones, más plausible, es que se situaba cerca de una de las estaciones de un vía crucis trazado por los monjes jerónimos de Guadalupe, de hecho se sabe que llegó a existir una cruz de madera de aproximadamente un metro de alto en una casa cercana situada en una calle lateral a la ermita.

Existe documentación en archivos parroquiales que sitúan una primera referencia a la ermita en 1758 y se sabe con seguridad que en 1772 se utilizaba como lugar de enterramiento.

En 1925 un presbítero de la villa aseguraba que el pequeño templo custodiaba una cáliz que llevaba grabada la fecha de 1758.

En cuanto al desarrollo y evolución del templo se sabe que en 1834 se encargó la decoración pictórica del interior, aunque no se dejó constancia del nombre del artista. En 1905 se llevarían a cabo obras de reforma sin conocerse exactamente en qué consistieron estas modificaciones.

Recientemente las cubiertas del templo han sido restauradas debido a su gran deterioro y la fachada fue modificada en algunos detalles como la eliminación de los pináculos que flanqueaban la espadaña y la cruz que la coronaba.