Free cookie consent management tool by TermsFeed CULTURA ARABE, MORISCOS Y CANTE FLAMENCO - Represión - Región de Murcia Digital
MURCIAJONDA

Cultura Árabe, Moriscos y Cante Flamenco

Represión

Isabel la Católica hizo suya aquella frase que Lope de Vega escribiera más tarde: "¡Mueran los moros traidores. Viva Castilla la Vieja!" La política hacia los moros, moriscos, se llamó de asimilación pero era una política incongruente -como señala Márquez Villanueva (23)-, basada en la política cisneriana del bautismo forzado y la desislamización forzada: no fue, pues, asimiladora, sino de persecución religiosa y de genocidio cultural. "Isabel a los altares, ¡Olé!" es un artículo en el que Pedro Luis Martínez considera que La Católica contribuyó al nacimiento del flamenco por su sañuda represión de moros, judíos y gitanos. 1492 significa el rompimiento de una tradición de entendimiento, de convivencia entre españoles de distintas creencias: moros, judíos, cristianos; es una fecha fatídica para aquellos españoles.

La repetida historia de una feroz represión, el terror sobre ellos impuesto por la Inquisición (Santo Oficio) y ciertos sectores de la nobleza, por el clero. . . no terminará, sino que se acrecentará y posibilitará el levantamiento de los moriscos granadinos (1568) y proseguirá más allá de la expulsión definitiva de 1609-1614. Pensemos que la represión ejercida contra los moriscos tuvo siempre un hilo conductor, el de eliminar su identidad cultural: religión, costumbres, bailes, cantos, prácticas tan higiénicas como el baño, etc.

A los moriscos se les podía señalar con un hierro en el rostro o brazos para facilitar su identidad. Contra los moriscos, la palabra morisco fue desterrada del vocabulario, penándose incluso a los que la utilizaran. A los moriscos se les prohíbe hacer cantares de moros, zambras, leylas o canciones con instrumentos prohibidos, así como cantar los nuevos romances de la expulsión. A los moriscos se les prohíbe la oración coránica de "Ley Ley".

A los moriscos se les prohíbe vestir trajes de seda y de vistosos colores.

A los moriscos se les prohíbe su celebración de acontecimientos familiares: nacimiento, muerte, bodas; que, por cierto, se parecían excesivamente -caso de la desfloración- a las de los gitanos de hoy y de ayer. Por supuesto que se les prohíbe la lengua, la algarabía. Un signo de identidad cultural morisca, como es el baño, también se les prohíbe y existe toda una curiosa y quisquillosa legislación contra esta saludable práctica, como la pragmática del 10 de diciembre de 1567. No es de extrañar que en uno de los cantes más trágicos del flamenco, la siguiriya, se diga: "Si yo lo supiera que tú a mí no me querías, renegara de Dios, me fuera a bañar a la morería". También se les reprocha a los moriscos la superstición del "mal de ojo".

A los moriscos se les prohibe la movilidad comunicacíon al castigarles sus oficios más típicos como los de arrieros, trajineros, vendedores ambulantes de buñuelos y frutas que vendían alabándolos con sus pregones. Estas actividades les permitían sustraerse de la agobiante vigilancia de los cristianos viejos y al control inquisitorial. A los moriscos se les prohibía, pues, sus fundamentales oficios: especieros, zapateros, silleros, plateros, olleros, panaderos, esparteros, camiceros, cuchilleros, alpargateros, taberneros, recueros, caldereros. No es de extrañar que el corregidor de Carmona nos los describa así en vísperas de la expulsión: "Los moriscos son toda gente miserable, trabajadora y jornaleros del campo". También se les prohíbe su gran oficio: el de herreros. Era tan característico en ellos el trabajo de los metales que Domínguez Ortiz se pregunta: "Si tal vez no habría que relacionar la modesta ferrería gitana con la morisca". (24)

¡Y si habláramos de la identidad morisco-alfarera! en pleno siglo XVII, tras la expulsión, según nos relata José Gestoso en su "Historia de los barros vidriados sevillanos". Cuenta que en la parroquia de Santa Ana y en el arrabal de Triana, moriscos eran todos los alfareros que bajo el disfraz de nombres cristianos poblaban los barrios de Sevilla. (25)

Y a propósito del disfraz recordemos las palabras de Alvarez Caballero: "No hay un solo nombre de morisco entre los cantaores flamencos".