Los toxiinfecciones alimentarias, generalmente, son enfermedades producidas por la ingestión de alimentos contaminados por microorganismos patógenos o sus toxinas. Suelen producir trastornos gastrointestinales, tales como dolor abdominal, diarreas, náuseas y vómitos, a veces acompañados de fiebre.
El verano es la época del año en la que con mayor frecuencia se producen toxiinfecciones alimentarias. La razón es sencilla: El calor dificulta la conservación de los alimentos y favorece el desarrollo de microorganismos en ellos.
Sin embargo, si a la hora de preparar y conservar los alimentos seguimos una serie de precauciones básicas, el riesgo de padecer una toxiinfección alimentaria se reduce en gran medida:
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No olvide mantener una correcta higiene personal.
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Extreme la limpieza de la cocina.
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Evite el consumo de productos que no hayan pasado los controles sanitarios.
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Prepare los alimentos con la mínima antelación posible a su consumo.
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Las salsas, cremas y natas son productos considerados de "alto riesgo".