Begastri vino al mundo de los vivos allá por el 1979, con ocasión y por mérito de una gota fría cuya trova de agus dejó al descubierto un muro o más propiamente una muralla, en el lugar donde todos los signos existentes apuntaban a que debía estar situada la ciudad, a pesar de que aquello pareciera imposible por no ser el cerro más que un monte pelado sobre el que apenas si podía imaginarse tal posibilidad. 

El tiempo de embarazo había sido largo. Desde la invención de la imprenta teníamos documentada una controversia acerca del “traslado” de la diócesis de Begastri a Murcia y sospechamos con no pequeñas razones que tal controversia llevaba aparejado el interés porque Begastri no apareciera para no crear problemas teóricos ni teológicos a la flamante y poderosa diócesis de Murcia, que ya por otro lado tenía abierta la controversia de su predecesora la diócesis de Cartagena. 

Cuando a algún ilustrado entre los canónigos de Orihuela se dio cuenta de la riqueza arqueológica del Lugar Nuevo y propuso denominarlo Begastri la propuesta triunfó de inmediato porque así algunos de los problemas de representación se derivaban a la diócesis de Orihuela de orígenes más bien poco conocidos, entre otras razones. 

Desde 1979 el yacimiento de la ciudad de Begastri ha estado siempre en el centro de la atención arqueológica regional y nacional.

I: UNA EXCAVACIÓN CON LA NUEVA METODOLOGIA

Fue uno de los primeros yacimientos peninsulares en los que se inició la aplicación del método arqueológico “de área abierta”, que yo por entonces llamaba de “barrer el yacimiento, no destrozarlo”. 

Y las razones no fueron de “genialidad arqueológica” o de “emprendedores” de la arqueología. Se impuso por la misma marcha de las excavaciones y por el sentido común. Nos pasamos dos o tres campañas picando encima de muralla sin encontrar otra cosa que piedras acumuladas porque no podíamos imaginar que aquel inmenso murallón tuviera cinco metros de grueso. 

Hubo más suerte en la cara norte donde pudimos descubrir una muralla más “normal” de poco más de un metro de espesor y que bajaba de lo alto del cerro transversalmente a la muralla de la acrópolis. Allí salían materiales más utilizables para detectar problemas de la vida a historia del yacimiento. Naturalmente tales comienzos nos plantearon muchas discusiones entre los miembros del equipo director sobre el modo de excavar y de proceder, discusiones de índole esencialmente científica y que fueron fecundas en todos los sentidos. 

La clave nos la dio la prolongación de la muralla de la cara sur hacia el este, que tras un zona de derrubios volvía a aparecer poderosa y que fue lo que me sugirió que quizá era prioridad inteligente el tratar de detectar el cerco de murallas para poder tener alguna imagen de lo que allí convenía hacer. Y fue una intuición feliz porque aquel mismo año (era el 1984) detectamos los puntos de infl exión donde la muralla quebraba la curva que traía desde el sur hacia el oeste para avanzar tras un ángulo recto en esta dirección. 

Pero la explosión de la felicidad ocurrió cuando al tantear mejor aquella esquina recién salida a la luz descubrimos que el extremo aquel en que el ángulo recto marcaba un punto de referencia obligado en el yacimiento, y poco antes de la esquina presentaba de nuevo un ángulo recto que quebraba la muralla hacia dentro del recinto y que vislumbramos en seguida como una puerta, LA PUERTA DELA CARA ESTE. 

Fue aquel tanteo el que nos hizo comprender que habíamos estado trabajando sin pies ni cabeza las cuatro campañas anteriores y que convenía replantear las cosas ya que con cuadrículas abiertas “al buen tuntum” se perdía mucha energía y no era nada fácil recomponer el puzzle que permitiera entender y “ver” lo que la ciudad había sido. Para saber dónde había que profundizar era esencial tener una idea siquiera fuera somera del contorno y entorno del yacimiento, que de una manera casi espontánea se nos había ofrecido. Tal fue el origen de una nueva planificación de la excavación, que yo designé como “barrer el yacimiento” y que las investigaciones más reciente y de una manera más presentable han designado como de “área abierta”.

No voy a ponderar las excelencias de tal modo de excavar porque hoy ya no se discute y porque el descubrimiento de Begastri ha sido la mejor prueba de ello.

Una vez constatada la acrópolis que con muros de cinco metros de espesor y cinco conservados de altura cerraba toda la cumbre del cerro. Y comprobada la ampliación de la ciudad en el siglo VI d. C. en un área cerrada por una muralla mucho más razonable, de poco más de un metro de grosor 

II: UNA EXCAVACIÓN EN COLABORACIÓN MODÉLICA

Pero este nuevo planteamiento acarreaba un problema nuevo: El de la continuidad en la excavación. Una excavación así no puede hacer en un par de campañas de tanteo, como habían sido las hasta entonces realizadas. Era un trabajo a realizar durante generaciones y quizá durante siglos. Esto exigía la posesión del terreno que hasta aquel entonces pertenecía a una serie de propietarios que lo cultivaban y que lo tenían muy en el corazón y en sus planteamientos de economía familiar. Este era una batalla inevitable que ha ia que ganar o renunciar a la empresa. 

Para mí fue el segundo paso en mi integración en Cehegín. Dialogar con unos y con otros, tratar mucho más a fondo de lo que yo hubiera imaginado con personas de tan grato recuerdo como fueron D. Alfonso, o el Sr. Avelino, u otros cuyos nombres me suenan en la cabeza pero de los que sólo recuerdo el apodo. Creo que a varios de ellos llegué a quererles como verdaderos amigos, aunque mi trato con ellos no haya durado en el tiempo por razones evidentes especialmente la de mi falta de tiempo para dedicarme a gozar de la vida. Tengo que rendir homenaje en esta contienda de manera muy especial a la colaboración prestada por el Sr. Alcalde de entonces D. Pedro Abellán que trabajo a fondo y con todo empeño la cuestión y renunciando a planteamientos magníficos, limitándonos al terreno del cabezo que era lo más urgente y constituía, en apariencia, al corazón de la ciudad, se consiguió comprar el cerro que pasó a propiedad de la Comunidad Autónoma y con ello se pudo garantizar desde este lado la continuidad y libertad de la excavación. 

Por parte de los excavadores además de todo el estudio, hay que recordar que ésta va a ser la segunda EXPOSICIÓN. Allá por el año 1984 y para informar al pueblo de lo que hacíamos, y con los primeros resultados científicos de nuestro trabajo organizamos una exposición. Fue una exposición pobre como correspondía a los comienzos de algo que todavía estaba en ciernes. La preparamos en la sala de exposiciones de los soportales frente al Museo, y precisamente su catálogo fue el primer número de la revista Antigüedad y Cristianismo. 

III: PERSPECTIVAS ARQUEOLÓGICAS IMPORTANTES

Los resultados de la excavación van siendo espectaculares: Era la primera ciudad tardoantigua que presentaba unas murallas de calibre y envergadura de las que tenemos. Recópolis tenía murallas en su parte baja, pero eran otra cosa. Allí tampoco se ha estudiado la defensa de la parte alta de la ciudad. Y con estos nuevos hallazgos, se puede decir que Begastri se convirtió un punto de referencia obligado para el estudio del urbanismo tardoantiguo. 

Pero es que además fuimos “descubriendo” que tales murallas habían estado enfoscadas de yeso y que la vista de la ciudad era completamente blanca. Esta era una novedad de gran importancia no sólo porque estábamos ante el inicio de la arquitectura blanca de todo el sur peninsular, sino que además tal “decoración” no podía ser meramente defensiva. Por aquí se podían descubrir nuevas perspectivas antropológicas de los hombres de la época. 

Los muros que se iban perfilando a lo largo y ancho de la cumbre del cabezo nos dieron pie para plantear hipótesis sobre la estructura urbana de la ciudad fortificada con diferente tipo de murallas, pero de todo eso hablara la continuidad de las excavaciones. 

Un problema peculiar es la confi guración geológica del cerro con una enorme fractura en su interior y con una construcción dentro de la cavidad con un sillar con inscripciones que todavía no han podido ser leídas planea problemas que no sabemos si son propios del momento clásico de la ciudad o de la Antigüedad Tardía, durante la cual esa fractura geológica es muy probable que fuera empleada para solucionar los desagües de la ciudad. 

Un problema no valorado suficientemente es el uso del yacimiento como cantera para la construcción de la actual villa de Cehegín, con toda la conservación de la memoria que ello conlleva. 

Quiero rendir homenaje a la primera persona de Cehegín que yo conocí el primer día que vine a ver Begastri, que fue un muchacho muy joven subido en una moto bastante potente y al que me encontré vigilando el yacimiento. Su nombre era Juan Carrasco, que comunicó al Ayuntamiento inmediatamente la presencia de extraños en el lugar. Luego hicimos y conservamos una profunda amistad. 

IV: PROBLEMAS HISTÓRICOS QUE SE DESCUBREN

Estos problemas históricos no son nuevos, pero se han ido revisando sobre los datos obtenidos en las excavaciones. Y el primero es que lo que se sabía de Begastri eran pocas cosas, muy confusas y nunca habían sido tenidas en cuenta con relación a este lugar, en el que se pensaba que hubo otra ciudad. Las fuentes literarias han sido reestudiadas, sistematizadas y enriquecidas y valoradas de diferente manera. 

La excavación con su descubrimiento de la ampliación de la ciudad en el siglo VI nos da pie a poner en relación el origen de la diócesis con la conversión de los godos al catolicismo al fi nal de ese siglo. Y la epigrafía descubierta en el cabezo ha permitido enriquecer el catálogo de los obispos que aquí gobernados. Pero sobre todo el problema del origen de la ciudad medieval y de sus formas ha quedado profundamente afectado por lo descubierto en el Cabezo de Roenas. 

V: FECUNDIDAD DE LA EXCAVACIÓN

Ese vidente que para Cehegín la presencia de los excavadores ha sido una bendición cultural. A lo largo de muchos años, la villa ha sido la punta de lanza en todos los replanteamientos culturales de la Comunidad Autónoma. 

La revista Alquipir fue idea mía personal, porque entendí que era un deber de los exploradores intelectuales que éramos entre otros los arqueólogos, informar al pueblo de nuestros problemas y de nuestros hallazgos y planteamientos. Y hay que advertir que fue la primera revista regional municipal con entidad y pretensiones. 

Un trabajo arqueológico complementario a la excavación fue la recogida de los escudos heráldicos conservados en Cehegín. Sin muchas pretensiones y no esperando poder publicarlos en forma de libro hicimos el trabajo con una perfección verdaderamente notable por obra de los profesionales del dibujo que eran algunos miembros de nuestro equipo. Y no voy a contar cómo pero fue el primer volumen de una serie de la que van nueve publicados y que convierten a Murcia en la única comunidad de España con su heráldica documentada en el campo y que ha revisado todo el problema de la heráldica desde un punto de vista crítico. Hemos de añadir que todo el trabajo regional está acabado y en espera de publicación. Es una obra perfecta y consumada. Pero hay más. como de rechazo, ya hemos indicado antes que el catálogo de la primera exposición se convirtió en el primer número de la revista Antigüedad y Cristianismo. No vamos a extendernos ahora en ponderar lo que esta revista ha significado y significa para la Universidad de Murcia y para toda la ciencia hispana e internacional. 

VI: PERSONAS DIGNAS DE SER MENCIONADAS

Además de las autoridades de las distintas corporaciones y de todos los arqueólogos que han colaborado gratis et amore, algunos sobre todo cehegineros merecen espacial mención: Paco Peñalver. Paco Matallana, el amigo Piaggio, Salvador Martínez, pero también de muchos otros que han dedicado muchas horas de su vida a nuestro yacimiento y no puedo olvidarme de Manuel Amante. Y de las personas entrañables que nos han ayudado La Sra Antonia, la Casia. 

Pero quiero destacar la obra de una persona muy conocida y reconocida en Cehegín, pero no en este ámbito: José María Alcázar. Podríamos contar muchas historias pero estas bien darían para un número monográfico de ALQUIPIR compuesto en homenaje a este personaje singular, irrepetible, semejante a los muñecos esos que se bambolean pero que nunca se caen y siempre quedan de pie. 

A él y a su apoyo incondicional debo yo el haberme ligado a Cehegín de una manera total. De él hemos aprendido mucha arqueología teórica, como se pudo comprobar en la clase magistral que un día nos dio en el yacimiento de cómo replantear una construcción sin más medios que un trozo de cuerda de aproximadamente un codo de longitud. Gracias a su colaboración hemos podido hacer diversos estudios de análisis de minerales, de piedras y de otros temas y problemas de índole material y también de lectura antropológica, pero aunque sean cosas importantes, no es este el lugar para referirlos. El problema del descubrimiento de la importancia del yeso ha sido empeño suyo hasta que ha sido reconocida su razón. Y finalmente quiero nombrar al actual excavador que recibió el cargo consciente de lo que la excavación era y representaba y del que nunca he dudado: José Antonio Molina Gómez. Y aceptó el reto y el compromiso. 

VII: EXPOSICIÓN DE BEGASTRI

Esta segunda exposición tiene todos esos problemas en sus piezas. Por eso creo esencial el catálogo (que debe llevar incorporada una guía del yacimiento en el mismo volumen o en volumen anejo), e igualmente esencial la visita guiada y probablemente una serie de conferencias que comenten las piezas y su valor como ventanas abiertas del pasado y a la historia de la ciudad de BEGASTRI. El visitante aunque sea superficial y apresurado debe calar en el sentido de cada pieza y eso no lo puede hacer sólo. 

Todo esto no son sugerencias ni promesas ni mucho menos palabras de evasión de ningún tipo: pretenden ser ideas para la actual corporación y una vez más una anotación a las cosas, como he hecho siempre, con la intención sincera de colaborar. Entiendo que para eso he sido invitado a presentar el tema.