El despoblado de Siyâsa, situado en el Monte del Castillo de Cieza, es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la Península Ibérica, así como fuente imprescindible de investigación y conocimiento del mundo islámico occidental durante los siglos XI, XII y XIII. En esta ladera ciezana se han encontrado los restos de un asentamiento rural musulmán en altura, defendido por una muralla que lo rodea y una alcazaba que domina estratégicamente la zona, controlando las alquerías diseminadas en torno a los regadíos del río Segura.

   En su época de máximo esplendor, a mediados del siglo XII y principios del XIII, el poblado llegó a tener cerca de 787 viviendas y más de 4.000 habitantes. En el interior de los hogares se realizaron obras de verdadera belleza en la decoración de los arcos de puertas, ventanas, miradores y celosías. En el caserío cobraría gran importancia el abastecimiento de aguas, para lo que se realizaron dos grandes aljibes, uno en el caserío y otro en la alcazaba, aunque también es posible que existieran fuentes naturales.

   La alcazaba de la Medina Siyasa disponía de dos recintos amurallados, uno inferior denominado albacar, destinado a refugiar a la población de la ciudad en caso de ataque enemigo y otro superior denominado celoquía, que ocupaba la zona más escarpada del cerro, constituyendo un ámbito inexpugnable que actuaba como último bastión defensivo. El asentamiento de Siyasa se completaba con un cementerio intramuros, en el que las fosas siguen la tradición musulmana de situarse orientadas hacia La Meca. En definitiva, una típica ciudad musulmana asentada en el corazón geográfico de la Cora de Tudmir, en el Reino Islámico de Murcia. Una zona de importancia geoestratégica con clima benigno, recursos y defensas naturales, que sería reconquistada por la Corona de Castilla tras la firma del Tratado de Alcaraz en el año 1243.