La iglesia

     La iglesia es de pequeñas dimensiones en estilo barroco, utilizándose los materiales tradicionales como son la sillería para las zonas nobles, ladrillo y mampostería.

     Tiene planta de cruz latina, cuyas medidas máximas son 25 x 11,60 m.; con sólo dos capillas laterales abiertas a la única nave central, cubiertas con bóvedas de cañón sobre lunetos.

     El crucero cuenta con una bóveda vaída; a los pies de la iglesia se encuentra el coro en planta alta, con celosías propias de su uso conventual.

     Cuenta con la singularidad de que corresponde a la zona del ingreso la parte más antigua de la edificación, basada en la antigua ermita de San Bartolomé, desarrollándose a la inversa que en la mayoría de los casos hacia la cabecera, que, además, se eleva sobre el arco formado sobre la calle del Mercado, solución para conseguir mayores dimensiones, que resultó conflictiva en su momento.

     Al interior de la iglesia se accede a través de una cancela de cuarterones del siglo XVIII. La decoración es sencilla con algunos relieves en fábrica de yesería.

La portada

     La portada, como zona principal, aunque sencilla, se encuentra realizada en piedra, dispuesta en dos cuerpos, rematada por frontón triangular partido con cruz flanqueada por pirámides con acabado en esferas. Las decoraciones adicionales no llegaron a ejecutarse, por ello se ven los dos guardapolvos sobre espacios vacíos, donde debían colocarse los escudos o blasones.

La espadaña

     Retranqueada en los tejados entre la iglesia y el convento se puede observar la discreta espadaña con dos campanas.

El convento

     Se trata de una vivienda señorial transformada a lo largo del tiempo en clausura femenina. Parte de la misma se dispone en torno a un patio convertido en umbrío y pequeño claustro abierto de dos plantas, al que le falta la arcada de la medianera con la iglesia; está realizado en ladrillo visto, que actualmente se ven repintados en color almagra.

     Cuenta el patio con el suelo original de grandes losas de piedra. En el deambulatorio de la planta baja aún se conserva una serie de pilas de gran tamaño, también en piedra, adosadas entre sí, donde todavía las religiosas realizan parte de sus tareas domésticas.

     La construcción es laberíntica con distintos desniveles y poco reglada, habiendo zonas de dos plantas y otras de tres, quizás su espacio más monumental, dentro de la sobriedad que caracteriza los interiores de la orden franciscana femenina, sea la escalera principal con cubierta de bóveda vaída y sencilla rocalla decorativa barroca, en la que se disponen pequeños nichos para la exposición de algunos de los Niños Jesús que componen la espléndida colección de estas religiosas.

Torreta

     En la crujía sureste se eleva una torreta de dimensiones considerables, totalmente acristalada y con magníficas vistas a toda la villa de Caravaca, quizás para suplir la falta de un claustro en condiciones para el esparcimiento y solaz natural de las religiosas, ya que por estar rodeadas de vecindad la utilización de otros espacios al aire libre las hacía vulnerables a su intimidad como monjas de clausura. También existe una torre sobre el claustro angulada con la iglesia a la altura del coro.

Bodega

     Recientemente han descubierto una bodega, cuya escalera de acceso se encontraba tabicada desde una sala almacén de la planta baja del claustro. En ella se pueden ver ocho grandes tinajas, cinco de ellas empotradas aún en el suelo hasta casi media altura.

     El resto de la construcción está prácticamente con los materiales y elementos de su construcción a lo largo de siglos, que aunque modestos nos dan clara idea de antiguos sistemas constructivos.