Las Guerras Púnicas se definen como el enfrentamiento entre Roma y Cartago, y tuvieron lugar entre los siglos III y II a. C., por la hegemonía militar y comercial en el Mediterráneo Occidental. En el siglo III a. C., Roma culminó la unificación de la Península Itálica y Cartago desarrolló un proceso de expansión en Iberia y las islas mediterráneas.

     En la I Guerra Púnica, Roma y Cartago lucharon por el control de la isla de Sicilia. El ataque púnico a la ciudad de Messina provocó la intervención armada del Senado romano. La batalla de la isla de Egates (241 a. C.) otorgó el triunfo de la guerra a Roma. La firma del tratado de Lutacio supuso la anexión romana de Sicilia y Malta, y para los cartagineses el pago de una indemnización de 2.200 talentos y la devolución de los prisioneros de guerra romanos.

     Los cartagineses respondieron a las pérdidas territoriales con su expansión en Iberia bajo el liderazgo del general en jefe Amílcar Barca. Su sucesor, Asdrúbal, continuó su política expansionista en la Península. Un ejemplo de ello fue la fundación de Qart Hadast (Cartagena) en el año 229 a. C. La antigua ciudad de Mastia se convirtió en la capital de los cartagineses en Iberia y fue escenario de la boda del jefe cartaginés Asdrúbal con la íbera Himilce. Roma, por su parte, impulsó la firma de un tratado (226 a.C.) para evitar un nuevo conflicto armado. El acuerdo servía para delimitar sus áreas de influencia en España: los romanos, al norte del río Ebro, y los cartagineses, al sur del río Ebro. El ataque de los cartagineses a Sagunto motivó el desencadenamiento de la II Guerra Púnica en el año 218 a. C. por su condición de ciudad aliada de Roma.

Qart Hadast-Carthago Nova

  La ciudad cartaginesa de Qart Hadast se convirtió en Carthago Nova  tras la conquista romana en el año 209 a. C., durante la II Guerra Púnica, por el general Publio Cornelio Escipión.

     Qart Hadast alcanzó gran protagonismo en el conflicto como principal base militar de los cartagineses en el Mediterráneo. El general Aníbal partió de Qart Hadast hacia el Norte con tropas de mercenarios íberos y númidas. El ejército cartaginés penetró en la Península Itálica tras atravesar los Pirineos y los Alpes. Las victorias cartaginesas de Trebia, Trasimeno y Cannas pusieron contra las cuerdas a Roma. Sin embargo, la intervención del ejército romano en la Península Ibérica supuso un cambio de inflexión en el desarrollo de la guerra. Las tropas romanas desembarcaron en Ampurias y atravesaron el río Ebro en dirección al Sur. El general Publio Cornelio Escipión derrotó a los cartagineses en Iberia, con la conquista de Qart Hadast en el año 209 a. C., y certificó la victoria de Roma en la guerra con su triunfo en la batalla de Zama (202 a. C.). El tratado de paz conllevó para los cartagineses la entrega de Hispania a Roma, el pago de indemnizaciones de guerra y la prohibición de tener ejército propio. El acuerdo supuso la conversión de la ciudad cartaginesa de Qart Hadast en la ciudad romana de Carthago Nova.

     Roma provocó la III Guerra Púnica (149 a. C.) para evitar el resurgimiento de Cartago. El Senado romano aprobó el traslado de la ciudad de Cartago al interior de África. La negativa de los cartagineses facilitó la intervención militar de Roma. El general Publico Cornelio Escipión 'Emiliano' destruyó definitivamente la ciudad en el 146 a. C. tras un largo asedio. Los romanos vendieron a sus habitantes como esclavos y prohibieron la reconstrucción de la Cartago africana. El triunfo de Roma le otorgó la supremacía política, militar y económica en el Mediterráneo (Mare Nostrum).

  Antonio Gómez-Guillamón Buendía