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   Dentro de las fosas de enterramiento, además de los restos cremados del cadáver esparcidos, o bien depositados en el interior de una urna, se colocó el ajuar funerario. El ajuar consiste en una serie de objetos que los allegados del difunto le ofrendaron con el fin de que les sirvieran en el más allá. En ocasiones, éste aparece destruido total o parcialmente de forma intencionada. Otras, por el contrario, son colocados con todo cuidado, entibando incluso la urna cineraria con unas piedras para evitar su desplazamiento. Frecuentemente se hallan los materiales quemados, bien por haber estado en la pira de leña junto al finado, bien por entrar en contacto durante un tiempo con los carbones y maderas aún incandescentes que se echaron en la fosa, junto al propio ajuar.

   Valor arqueológico e histórico

   La importancia de los ajuares reside en la gran información que aportan acerca de la espiritualidad, ritual y estratificación de la sociedad ibérica. En primer lugar nos habla del propio ritual, el cual parece indicar que el hombre ibérico cree en la existencia de una vida después de la muerte, puesto que no sólo aparecen objetos de adorno y de uso personal, sino también armas y herramientas de trabajo, resto de tejidos y de alimentos.

   Del mismo modo nos informa sobre el sexo del difunto, ya que las tumbas masculinas contendrán armas, principalmente una falcata, dos lanzas y un escudo, del que sólo se conservan las manillas de hierro; mientras que en los femeninos encontraremos fusayolas y útiles relacionados con el telar y la industria textil, cuentas de collar y agujas y punzones. También el oficio que desempeñó por las numerosas herramientas de hierro, relacionados con la actividad económica, como la agricultura (hoces, rejas de arado, hachas, picos); la  ganadería (tijeras de esquilador, chiflas para curtir pieles, punzones), orfebrería (pequeños  punzones, matrices de joyas).

   Así mismo, si se trata del enterramiento de uno o más individuos, en base al análisis de los restos óseos y del ajuar doble, es decir, con materiales masculinos junto a otros asociados a la mujer. Por último, de la riqueza y del estatus social del personaje allí enterrado, lo que corroboran la cantidad y la calidad de los objetos acumulados en la fosa y la estructura de piedra que la recubre, que muestran el grado de consideración de que gozó en vida el difunto, puesto que el encachado tumular queda ante la vista de cualquier persona que visitara la necrópolis.