Vista nocturna del Santuario de Caravaca
Vista nocturna del Santuario de Caravaca
Miguel Ángel López Muñoz

El rey don Fernando vuelve victorioso de la campaña. Cierto es que no ha habido grandes batallas, mas tampoco hay fallecidos entre mis hermanos cristianos. Los moros no han sabido resistir y se han rendido pronto al poder de nuestro ejército.

La bandera de Isabel y Fernando ya ondea en las tierras de Vera, Huércal, Overa, Mojácar, Níjar, la Comarca de los Vélez, Orce y Galera. El rey ha dispuesto lo necesario para el abastecimiento de los nuevos territorios y ha dejado al mando de los castillos a capitanes de su confianza. La población musulmana, ahora mudéjar, se encuentra en calma bajo dominio cristiano.

De regreso a Murcia, don Fernando se ha hecho acompañar por unos pocos para cumplir una promesa. Desde de Huéscar han tomado ruta por Puebla de Don Fadrique para llegar a Caravaca, donde se custodia fielmente la Vera Cruz. Dicen que es una villa de la Orden de Santiago, amurallada y con una buena fortaleza, reforzada con una torre que llaman torre Chacona. Allí se custodia la reliquia de la Cruz que portó Nuestro Salvador. Por ende, Su Alteza ha querido venir aquí a dar gracias por la victoria sobre el infiel y por el bien obtenido en la campaña.

Acompañado por el Adelantado Juan Chacón y algunos otros caballeros, el rey don Fernando ha orado ante la Vera Cruz. Y para honrar su memoria ha dispuesto donar la plata suficiente para forjar una lámpara que ilumine la sagrada reliquia día y noche ante su altar.

Reconfortado por la visión de la preciada cruz, el monarca vuelve a Murcia, si no hay contratiempos, para encontrarse con la reyna y trasladarse con la corte allende los puertos.


Cronista de la Corte