Busto de Asdrúbal
Busto de Asdrúbal
    Una capital para un nuevo reino: Quart-hadast

    En cualquier caso, desde 226 Cartagena tiene ya una existencia plena como gran ciudad. Asdrúbal comenzó, inmediatamente, a levantar un gran centro urbano, siguiendo los modelos urbanísticos mediterráneos. Erigió unas grandes murallas, de las que todavía se conservan restos. Construyó un gran palacio fortificado, símbolo de su autoridad independiente, -que todavía espera a ser descubierto en el cerro del Molinete¿, que controlaba la principal vía de acceso a la ciudad. Sabemos por Polibio que fueron levantados templos en las principales colinas. Pero el elemento clave fue la intensificación de las labores mineras en la Sierra de La Unión. Todo parece indicar que las minas eran ya conocidas antes de la llegada de los cartagineses, pero está claro que la llegada de Asdrúbal y la fundación de Cartagena le dio a la explotación minera una dimensión mayor. Asdrúbal tomó el control de las minas y comenzó una explotación intensiva, basada en modelos helenísticos usando grandes masas de esclavos, lo que hizo que en poco tiempo la producción adquiriera un volumen muy grande. La reactivación económica se muestra tanto por la riqueza que pasó manejar Asdrúbal, demostrable con la emisión de moneda de plata de acuñación propia, -el símbolo de autoridad política por excelencia¿, y por el enorme impulso que tuvieron todas las actividades relacionadas con la minería, como las manufacturas, el comercio o la construcción naval, Cartagena se convirtió en un foco de atracción de población de primer orden, y el crecimiento demográfico resultante fue meteórico.

No podemos saber el número de habitantes que tenía la ciudad antes de la llegada de Asdrúbal, unos pocos miles, a lo sumo, pero gracias a Polibio podemos calcular para el año 209, poco más de quince años después de la fundación de la ciudad, unos cuarenta mil habitantes. En muy poco tiempo Cartagena había superado a Cádiz como principal núcleo urbano de la Península, y se había convertido en una de las ciudades más importantes del Mediterráneo occidental. Esos inmigrantes eran, sobre todo, población de cultura semita procedente tanto de la costa meridional de la Península como del norte de África. Este movimiento migratorio dio a Cartagena la base étnica y cultural, de origen fenicio, que mantuvo durante bastante tiempo bajo dominación romana.

La estrategia de Roma

Hacia 224-223 el poder de Asdrúbal como monarca independiente estaba plenamente consolidado. Varios pueblos iberos del sureste y sus régulos lo empezaban a considerar como rey, a aceptar su soberanía, y es muy posible que se comenzara a crear un germen de administración basándose en su ejército y los recursos disponibles con la explotación de las minas de plata de Cartagena. De hecho, terminó por llamar la atención de la potencia más poderosa del Mediterráneo occidental, Roma. Un autor tardío, Dión Casio, da la noticia de que ya en tiempos de Amílcar Barca, hacia 231, los romanos enviaron una embajada a España para interesarse por el avance del cartaginés en la Península, pero la noticia es muy dudosa, ya que no aparece en fuentes anteriores y se presenta como una escena muy dramatizada, -el embajador es nada menos que un cónsul, la respuesta de Amílcar de que está conquistando España para pagar las deudas de guerra de Cartago a los romanos tiene todas las características de un tópico¿, por lo que debemos desecharla. La primera embajada romana a España corresponde, sin duda, a época de Asdrúbal, entre 226 y 221.

''...los romanos halagaban y trataban benignamente a Asdrúbal... Despacharon legados a Asdrúbal y establecieron un pacto con él, en el que silenciando el resto de España, se dispuso que los cartagineses no atravesarían con fines bélicos el río llamado Ebro.'' (Polibio, 2. 13. 6-7)

Parece claro que Roma trataba de proteger la seguridad de las colonias griegas de la Península, y sobre todo los de Marsella, impidiendo así que cayeran bajo el control de un estado potencialmente peligroso. Pero al mismo tiempo, y de eso no podemos tener ninguna duda, es un acercamiento diplomático de Roma al nuevo reino que estaba surgiendo. Para Roma, el gran rival por el dominio del Mediterráneo occidental seguía siendo Cartago, que había sido derrotada en la 1ª Guerra Púnica, pero que se estaba recuperando rápidamente. Era previsible, pues, el estallido de un nuevo conflicto, en el que Asdrúbal podía tener un papel central. Ya vimos más arriba cómo Asdrúbal se había enfrentado al gobierno cartaginés, tratando de hacerse con el control de la ciudad. Roma podía, por tanto, pensar en él como un instrumento con el que presionar a Cartago en caso de que esta tratara de recuperar una política agresiva. El tratado del Ebro, pues, significó para Asdrúbal no sólo la posibilidad, aceptada por Roma, de dominar la mayor parte de la Península, sino además, y esto es especialmente importante, el reconocimiento de su monarquía hispana por parte de la principal potencia de la cuenca mediterránea. El reino bárquida de Cartagena tendría, a partir de entonces, una existencia diplomática.

La muerte de Asdrúbal

Sin embargo, Asdrúbal tendría poco tiempo para disfrutar del poder obtenido. A principios de 221 fue asesinado, presumiblemente en su propio palacio en Cartagena. Las fuentes antiguas están de acuerdo en responsabilizar de su muerte a un ibero, que vengaba así la muerte de su patrono. Es muy verosímil, pero detrás de los magnicidios siempre existen tramas que se nos escapan. De hecho Diodoro de Sicilia nos habla de un oficial desleal como el protagonista del asesinato.

''Pero cayó finalmente [Asdrúbal] en una trampa que le tendió un oficial infiel. Fue degollado después de haber comandado durante nueve años los ejércitos de su patria.'' (Diodoro, 25.3)