El Castillo de Aledo, de gran valor estratégico [Aledo_Historia]
El Castillo de Aledo, de gran valor estratégico
 Frisos almorávides de Monteagudo [Murcia_Historia]
Frisos almorávides de Monteagudo

Ibn Tahir

  Muhammad Ibn Tahir fundó el reino de Murcia tras la división del Califato de Al-Ándalus (1031) en Taifas independientes.

Castillo de Aledo

  Las tropas castellanas abandonaron el castillo de Aledo (1092), tras resistir tres asedios de las tropas almorávides.


     Las guerras civiles entre árabes y bereberes ocasionaron la desintegración del Califato de Córdoba en el año 1031. Al-Ándalus se fragmentó en una treintena de reinos de Taifas independientes. Las Taifas más importantes eran las de Zaragoza, Toledo, Badajoz, Valencia y Sevilla por su extensión territorial. Los territorios de la actual Región de Murcia quedaron divididos en tres Taifas diferentes: el centro y el sur pasaron al reino de Murcia; el norte al reino de Denia y el suroeste al reino de Lorca. La taifa lorquina extendía sus fronteras por el Oeste hasta las ciudades de Baza y Jaén y tuvo un periodo corto de vida.

     Muhammad Ibn Tahir fundó el reino de Murcia, en la antigua cora o provincia de Tudmir, tras la caída del Califato. Su territorio mantenía fronteras al Norte con la Taifa de Denia y al Sur con la de Almería. La capital del reino se estableció en Medina Mursiya, ciudad fundada en el siglo IX por Abderramán II. La dinastía Ibn Tahir mantuvo la independencia del reino de Murcia hasta su anexión por la Taifa de Sevilla en el año 1078. Esta conquista suponía la culminación del expansionismo territorial del reino sevillano.

     Los reinos cristianos aprovecharon la debilidad militar de las Taifas musulmanas para expandir el proceso de la Reconquista de la Península Ibérica. El reino de Navarra avanzó hasta el río Ebro con la anexión de Calahorra y el reino de Castilla y León trasladó la frontera del Duero al Tajo con la reconquista de Toledo en el año 1085. Además, las huestes castellanas del Cid Campeador ocuparon el reino de Valencia y el capitán García Jiménez consiguió una cabeza de puente en el corazón de Al-Ándalus con la toma de Aledo en el año 1086. La fortaleza de Aledo sirvió de lanzadera para  expediciones de saqueo y destrucción en el territorio murciano. El avance imparable de la Reconquista cristiana, simbolizado en la recuperación de la antigua capital de los visigodos (Toledo), alertó a las Taifas islámicas. El reino de Sevilla reclamó la ayuda militar de los almorávides para frenar el proceso reconquistador.

     Los almorávides eran un pueblo nómada, de etnia bereber, procedente del Norte de África. Sus integrantes creían en la ortodoxia del Islam y en la necesidad de luchar contra la relajación moral de los creyentes. Las tribus almorávides fundaron un Imperio norteafricano, con capital en Marrakech, mediante la conquista del Sáhara Occidental y el Magreb en la mitad del siglo XI. El fundador del Imperio Almorávide, Yusuf ben Tashufin, envió a sus tropas a Al-Ándalus atendiendo la llamada de socorro del rey de la Taifa de Sevilla.

     Los almorávides frenaron la expansión de la Reconquista castellana con sus victorias frente al rey Alfonso VI en las batallas de Sagrajas (1086), Consuegra y Uclés. Además, el ejército almorávide logró la anexión del reino de Murcia en el año 1092 con la retirada castellana del castillo de Aledo después de tres asedios. Los almorávides completaron la unificación de Al-Ándalus con la conquista del resto de las Taifas musulmanas.  

  Antonio Gómez-Guillamón Buendía