Encierro en las Fiestas de Las Torres de Cotillas [Las Torres de Cotillas]
Encierro en las Fiestas de Las Torres de Cotillas
Músicos de Las Torres de Cotillas [Las Torres de Cotillas]
Músicos de Las Torres de Cotillas

Las fiestas locales que durante el S. XIX se celebraban en octubre, dedicadas a la Virgen Nuestra Señora del Rosario, traían en ocasiones sorpresas muy del agrado de la gente. Por ejemplo, los días 21 y 22 de octubre de 1882 se contrataron dos corridas de vacas como atracción especial que mantuvo en vilo a los 2.000 cotillanos del momento. Actuaron el espada del Javalí Nuevo Francisco Vivo (a) el patas y, como banderilleros: Ricardo Gilabert (a) el Chato, de Albudeite y Daniel Albert (a) el curro, de Elda. La entrada fue gratuita a propuesta del alcalde, Joaquín Sarabia Zapata.

Otra gran pasión de los Torreños que mantienen desde antiguo es el teatro, prueba de ello es que años después de aquellas famosas corridas, concretamente en noviembre de 1896, actuó en Cotillas una compañía de zarzuela dirigida por el actor cómico Antonio Galván que obtuvo gran éxito durante los cinco días de funciones en el teatro de Las Delicias, foro que en realidad debió tratarse de un humilde almacén reconvertido para la ocasión al que cada vecino aportaba su propia silla. Las representaciones estuvieron presididas por los hermanos Antonio y Juan Sánchez Fernández, a la sazón, alcalde y juez, respectivamente, acompañados de otros personajes locales de relieve como los maestros del momento: Luis Ortega Rubio y Rosario Febrero Sandoval (ambos ejercieron su profesión en Cotillas a lo largo de un cuarto de siglo).

Tales acontecimientos escaseaban, de hecho, no hemos vuelto a encontrar noticia alguna hasta el 2 de febrero de 1915, fecha en la que se celebró la representación tradicional de la fiesta de pastores con la obra titulada: “La degollación de los santos inocentes”. El éxito fue tan grande que el día 7 volvió a repetirse la función y, al parecer, con una excelente interpretación por parte de los actores. Por cierto, en otro orden de cosas, cabe mencionar por su importancia que ese mismo día nació el Sindicato Agrícola de Cotillas, presidido por Antonio Morell Puerto y secundado en el cargo de vicepresidente por Juan Férez Hernández. Ambos acontecimientos, teatro y sindicato se celebraron con una actuación de la banda de música municipal de Alguazas que, contratada al efecto por el alcalde Pedro López Oliva, fue recorriendo el pueblo. Los vecinos la obsequiaron con dulces y licores.

A pesar de tanta afición, el teatro fijo y estable nace de la mano del cine y, por lo tanto, como resultado de la electricidad que llega a Los Pulpites en 1920 gracias al esfuerzo de Bartolomé Ródenas Rosa. Molinos del Segura, de Jerónimo Ruiz Hidalgo (Montes:1999:64) fue la empresa que llevó la luz al casco urbano de Las Torres un año después. Pues bien, fue entonces, en esa década cuando se abrió el local cultural de Antonio Carrillo Hernández (que solicitó permiso de obras en julio de 1926). El hecho coincidió con otros acontecimientos de relieve que se producían al año siguiente. Se trata de la apertura de la fábrica de Salvador Escrivá y la mancomunidad para el abastecimiento de aguas del Taibilla mediante un canal a construir de 144 km.

El Salón Carrillo que comenzaría a dar cierta vida cultural al pueblo, estaba situado en la calle conocida popularmente como “la calleja”, nombre que cambiaría pronto por la del Teatro pese a que en diciembre de 1927 la comisión permanente del Ayuntamiento proponía que se dedicase a Pedro Fernández Vera.

La primera referencia hallada sobre su funcionamiento teatral data de febrero de 1928 cuando se representó la obra “Juan José”, de Joaquín Dicenta (1863-1917), actuando como primera actriz Angelita Alcaraz, que dejó al público asistente “contentísimo”. El argumento sacaba a relucir problemas sociales de candente actualidad, sobre todo, enfrentamientos entre patronos y obreros.

A pesar de lo que pueda parecer, los espectáculos continuaban siendo escasos, incluso durante las fiestas patronales, en las que el Ayuntamiento colaboraba con 100 pesetas que en aquellos años veinte tenían que dar para todo, incluso para limpiar calles y pagar a la banda de música. Generalmente la banda venía de Ceutí pero en alguna excepcional ocasión lo hizo la del Regimiento de Infantería de Sevilla de Cartagena.

Cuando la Guerra civil terminó, los espectáculos empezaron a renacer, al principio tímidamente. Así, en octubre de 1939 se representó “Perdón y Arrepentimiento” y la comedia “El Padrón Municipal”. La función fue clausurada con la actuación de la pianista Isabelita Navarro que junto con otras jóvenes de Las Torres cantaron Las Violeteras y Lolita Seguí interpretó, como solista, el cuplet Venta de Vargas. Algo más tarde, el 25 de diciembre de aquel mismo año se puso en escena un “juguete cómico” titulado: “La Loca y los sainetes”, “El cuento de la tía Gila” y “El sexo débil”, cerrando la velada la actuación de un grupo de baile local.

Dos días después, la obra de Jacinto Benavente, “La Malquerida”, era interpretada por actores noveles de la localidad como Catalina Férez, fue codirigida por José Carrillo y Juan Baño, para deleite de un entusiasta público torreño. A partir de esta experiencia, Baño iniciaría de manera simultánea al ejercicio docente de su profesión, una dilatada trayectoria teatral en calidad de director artístico, escenógrafo, etc.

La Semana Santa de 1947, preludio de otros muchos autos sacramentales que con el correr de los años pondría en escena, estrenó “Pasión y muerte de Jesús” con la participación de 31 actores aficionados entre los que se encontraba el cura de Albudeite, natural de Las Torres de Cotillas, Alfonso Férez.

En la década de los años treinta el cine se proyectaba en el mismo Salón Carrillo pero con menos frecuencia de la deseada ya que al no disponer de máquina había que traerla de Molina para cada ocasión. Tiempo después, por los cuarenta el Salón Carrillo fue capaz de proyectar casi con asiduidad a lo largo del invierno porque en verano se utilizaba al efecto el lugar conocido como Corralón Bautista. El año de 1954 el Salón Carrillo dio comienzo una nueva etapa en su trayectoria con su traslado a la calle Mayor.

En los cuarenta y cincuenta las fiestas patronales de octubre aumentaron de presupuesto hasta llegar a las 16.000 pesetas gracias a la colaboración vecinal. Se instalaba la feria, tenderetes de turrón, torraos y aguardiente. En los festejos se disfrutaba de tracas, cohetes, globos grotescos, volteo de campanas, conciertos de la banda de música, carreras de cintas en bicicleta, de sacos, cucañas y alguna verbena que enmarcaban las funciones religiosas. La elección de bandas había cambiado, ahora venían las de Cieza o las de la Casa José Antonio de Murcia. El castillo de fuegos artificiales que clausuraba cada año corría siempre a cargo de Mateo el pirotécnico de Santomera.