Cartel Promocional de 'Ninette y un señor de Murcia', de Fernándo Fernán Gómez (1965)
Cartel Promocional de 'Ninette y un señor de Murcia', de Fernándo Fernán Gómez (1965)
Cartel Promocional de 'Currito de la Cruz', de Rafael Gil (1965)
Cartel Promocional de 'Currito de la Cruz', de Rafael Gil (1965)

     La alegría del Batallón (1923) del valenciano Maximiliano Thous, y basada en la zarzuela de Carlos Arniches y Felix Quintana, es la primera obra de ficción de la que tenemos noticia que haya sido rodada en las cercanías de Murcia.

     La producción francesa Aux Jardins de Murcie (Louis Mercaton y René Hervil, 1923) y su 'remake' sonoro en 1935 (Max Joly y Marcel Gras), basadas en la obra de teatro María del Carmen (José Feliú y Cordina, 1896), serían otras muestras de las estrechas relaciones entre los géneros del teatro y el cine, en esos inicios del nuevo arte. Otro ejemplo más. En 1940 se rueda integramente en la capital La alegría de la Huerta de Ramón Quadreny, adaptación de la zarzuela de Antonio Paso y Enrique García Álvarez.

     Es de destacar, igualmente, la cuarta adaptación de la novela de Alejandro Pérez Lugín, Currito de la Cruz (Rafael Gil, 1965), en esta ocasión protagonizada por la estrella taurina ‘El Pireo’, Arturo Fernández y Francisco Rabal.

     También la ciudad de Murcia es el marco del desenlace de la conocida obra de Miguel Mihura, Ninette y un señor de Murcia. Los escenarios de la capital fueron empleados en el rodaje de la versión de Fernando Fernán-Gómez (1965), y TVE (miniserie de tres episodios en 1984), aunque no en la de José Luis Garci (2005).

     Posteriormente, la entrañable cinta ¡Ahí va otro recluta! (Ramón Fernández, 1960) vuelve a las cercanías de Murcia para retratar una emotiva historia. En ella, José Luis Ozores interpreta a un torpe campesino que decide ayudar a su familia reclutándose para poder envíarles dinero. La base de paracaidistas de Alcantarilla es el principal escenario de su transformación en soldado. También comedia, La Trinca del Aire (Ramón Torrado, 1951) con Jorge Mistral, Fernando Fernán Gómez y Antonio Casal, narra las peripecias de otro grupo de cadetes.

     Como curiosidad se señala que las escenas futbolísticas de la comedia El fenomeno (José María Elorrieta, 1956), fueron rodadas en el estadio de la Condomina al que se hizo pasar por un campo de futbol de Madrid.

     En ese juego de camuflaje, la conocida Éxtasis (Mariano Barroso, 1995), protagonizada por Javier Bardem, Federico Luppi, Silvia Munt y Juan Diego Botto, localiza buena parte de su acción en el Teatro Romea de Murcia y alrededores, rebautizado como Teatro Nacional para servir a los propósitos del realizador de crear un marco espacial indeterminado, aunque dentro de España.

     Por otra parte, una de las piezas claves de la filmografía de Michelangelo Antonioni, The Passenger (1975), protagonizada por Jack Nicholson, tiene diferentes localizaciones en Murcia y Valencia, destacando la Comisaría de Policia de la Calle Correos (Isidoro de la Cierva).

     Pero sin duda si hay una obra que retrate el paisaje y la personalidad de las gentes de Murcia es Pajarico (Carlos Saura, 1997). Se trata de un filme muy personal pues proyecta muchas de las experiencias de la infancia de su director en la Región. Además de la extraordinaria interpretación de Paco Rabal, en uno de sus últimos trabajos, se observan también abundantes paisajes de la Región como los municipios de Abarán, Blanca, Murcia y un poético final en las playas de San Pedro del Pinatar.

    Más adelante, La noche del hermano (Santiago García de Leániz, 2005) sitúa la acción en un pueblo ficticio, Tara del Valle en algún lugar de Murcia. Su director, había quedado fascinado por el paisaje murciano cuando años atrás recorrió España en tren promocionando uno de sus cortometrajes (Entretiempo, 1992). De él dirá en sus notas de producción “... quizá de eso se trataba, de los contrastes y su cercanía, de la luz y la oscuridad, del color de la tierra y la ausencia de ello... el vergel próximo al desierto, la arcadia del mundo rural lindando con la inmediatez del urbanismo moderno y desaforado, el silencio y el ruido...”