Una Real Orden de 22 de agosto de 1930 impuso la formación de una comisión para estudiar y proponer respecto a un nuevo régimen las publicaciones tituladas Hoja del Lunes, para lo que se convocó a los organismos y entidades interesadas en llevar a cabo este proyecto. Una vez acabado el plazo de presentación de solicitudes fue elegida la de la Asociación de la Prensa porque era la única que cumplía con las condiciones exigidas en la convocatoria del concurso. Por tanto, esta entidad se encargaría de la publicación de la Hoja Oficial del Lunes a partir del primer número, correspondiente al 17 de noviembre.

     La aparición de la Hoja del Lunes de Madrid propició que varias asociaciones de periodistas de España lanzaran publicaciones similares en otras provincias. En Murcia el vacío informativo de los lunes había sido ocupado por Patria Chica, un semanario de ideología republicana que editó su primer número el 7 de abril de 1930 y que se mantuvo activo hasta finales de 1931. La Asociación de la Prensa de Murcia, reactivada por tercera vez en 1929, se mostró muy participativa en la organización de actos culturales hasta el inicio de la Guerra Civil, pero no participó en el proyecto de la creación de un semanario hasta la década de 1940.

Nace el semanario Murcia-Hoja del Lunes

     La desaparición de varios periódicos murcianos tras la finalización de la Guerra Civil, provocó que un número importante de periodistas y tipógrafos se encontraran sin trabajo. Los afectados expusieron su situación a Diego Sánchez Jara, Presidente de la Asociación de la Prensa, quien el 7 de febrero de 1942 convocó una reunión en la que sugirió a los presentes la creación de una Hoja del Lunes similar a la que se editaba en otras provincias con el fin de proporcionar un empleo a los periodistas y al personal obrero que se encontraba en paro. En aquel encuentro quedó extendida la partida de nacimiento del periódico de la Asociación de la Prensa al que Leopoldo Ayuso impuso el nombre de Semanario Murcia para que tuviera una identidad propia. En la reunión participaron José Ballester, José Sánchez Moreno, Nicolás Ortega Lorca, Eduardo Corvalán y Mariano Almela. Diego Sánchez Jara fue designado director y Nicolás Ortega Lorca, redactor-jefe. Por tanto, el semanario cumplía una doble función: por un lado ofrecía un puesto de trabajo a varios periodistas y tipógrafos que estaban en paro y, por otro, llenaba el vacío informativo que, debido al descanso dominical, se producía los lunes.

     A partir de la primavera de 1942 la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa comenzó a dar forma al periódico. Sánchez Jara visitó las redacciones de La Verdad y Línea para informarse de las condiciones económicas bajo las que se podía realizar una tirada de 5.000 ejemplares. En sucesivas reuniones se discutió sobre el formato y ya, con todo ultimado, el 7 de noviembre la Asociación dirigió una instancia a la Delegación Nacional de Prensa solicitando la concesión de permiso para sacar a calle el semanario. Cuando todo estaba listo para la aparición de la Hoja del Lunes, Diego Sánchez Jara tuvo que abandonar el proyecto debido a una enfermedad. La persona elegida para ocupar la dirección de la publicación fue Isidoro Martín Martínez.

Sale a la venta

     El 25 de enero de 1943 salió a la venta el primer número del semanario Murcia, publicación que fue conocida entre los lectores como la Hoja del Lunes, por su similitud con la Hoja Oficial que se había editado desde la década de 1920. El periódico nunca recogió el artículo "la" en su cabecera, si bien los ciudadanos lo adoptaron de tal modo que se convirtió en una parte indispensable de su nombre popular.

     El periódico constaba de cuatro páginas divididas en cinco columnas y tenía un tamaño de 44x31 centímetros. En esta época casi todos los contenidos de La Hoja del Lunes eran informativos, predominando la noticia y la crónica. La primera página incluía información nacional e internacional. La segunda estaba dedicada a la información local, aunque en algunas ocasiones reflejaba noticias deportivas. La tercera página acogía la sección de deportes, mientras que la cuarta combinaba información taurina y de deportes. Durante los meses de verano el planteamiento era distinto ya que el deporte perdía interés por la finalización de la temporada de fútbol, por lo que dejaba un importante espacio que era ocupado por la información nacional, internacional y taurina.

Los primeros periodistas

     La redacción estaba situada en la sede de la Asociación de la Prensa (plaza Hernández Amores, 3). Los talleres que se utilizaron para la edición del primer número fueron los de la Imprenta de la ''Casa del Niño'' (propiedad de la Diputación Provincial) que se encontraba en la calle Acisclo Díaz. El primer número de la Hoja del Lunes se agotó pocas horas después de su salida. Al día siguiente, a las tres de la tarde, un empleado de los talleres de la ''Casa del Niño'' se desplazó hasta la sede de la Asociación de la Prensa para cobrar las 650 pesetas que costaba la tirada.

     Los primeros trabajadores de la Hoja del Lunes fueron Isidoro Martín, José Baró Botella, Nicolás Ortega Lorca, Jesús Frutos, Francisco García Baró, Joaquín Soler Gámez y Manuel García Calvo, delegado de la Diputación Provincial en la ''Casa del Niño''. El cargo de subdirector le fue ofrecido a Leopoldo Ayuso, pero éste lo rechazó alegando que su trabajo en Línea apenas le dejaba tiempo libre. La subdirección quedó vacante durante algunos años hasta que, a principios de la década de 1950, fue ocupada por Carlos García-Izquierdo. El primer crítico taurino fue José Rodríguez, quien firmaba sus artículos con el seudónimo de "Don Jindama". En sus inicios La Hoja del Lunes contaba con una sola máquina de componer y la tirada se hacía en máquina plana. La información nacional e internacional era facilitada por el diario Línea que, generosamente, se ofreció a recibirla en su teletipo y enviarla a la redacción del semanario. La Hoja del Lunes no contaba con un taller de fotograbado y, por tanto, las crónicas deportivas y taurinas aparecían sin información gráfica. José Roselló, jugador del Real Murcia en la década de 1920, era el vigilante nocturno. Antes del final de esta década se incorporaron a la redacción, Francisco Ballester, José Frutos, Carlos García-Izquierdo, José Antonio Ganga, Carlos Valcárcel y Jaime Campmany, junto con Eduardo Carbonell como administrador y Juan López como redactor gráfico.