Salzillo es sin duda uno de los más grandes imagineros de la historia. Trabaja la madera con soltura y seguridad, transmitiendo movimiento y elegancia a la materia inanimada.

     Los ropajes los realiza con pliegues abundantes, las cabezas se erigen sobre cuellos nunca estáticos, ligeramente movidos a derecha o izquierda, al tiempo que las figuras masculinos llevan una lograda barba que es capaz de transmitir sensación de movimiento.

     Para las figuras femeninas, los carrillos son redondeados y la barbilla adquiere un gracioso abultamiento que deja iniciado un pliegue carnoso, los ojos nunca desmesurados, transmiten una gran sensación de viveza en la mirada.

Virtuosismo

     Este mismo tipo con alguna ligera variación utiliza para los ángeles, como el famosísimo Ángel de la Oración del huerto, con un bello rostro cuyos rasgos fisonómicos no permiten la determinación del género. En un caso similar al de, por ejemplo, San Juan Bautista.

     También la ejecución artística de las manos denota un gran virtuosismo, ya que con ellas nos vuelve a transmitir la sensación de movimiento que impregna sus obras.

     Es imposible de precisar con exactitud la totalidad de la obra de Salzillo , como imposible es diferenciarla por etapas. Para abordarla consideramos que la mejor división es la que establece el profesor Sánchez Moreno de los 55 años, desde 1728 a 1783, que Salzillo vive consagrado a su actividad de imaginero.


FUENTES:

  • V.V.A.A.(2007) Salzillo, eterna memoria. Memoria de la exposición 'Salzillo, testigo de un siglo'. Fundación Cajamurcia, Murcia.

  • LÓPEZ GARCÍA, D. (1969) Antonio Dupar y Francisco Salzillo. Revista Murgetana nº 31.

  • RAMALLO ASENSIO, G. (2007). Francisco Salzillo. Arco Libros, Madrid.

  • SÁNCHEZ MORENO, J. (1944) Vida y Obra de Francisco Salzillo. Una escuela de escultura en Murcia. Editora Regional de Murcia, Murcia.