De las actuales capillas destacan la tercera de la derecha o de la Inmaculada y la segunda a la izquierda con las Santas Nunilón y Alodia son obra de José Sánchez Lozano.

En el crucero, a mano derecha, está el altar dedicado a San Antonio Abad. Fundador del movimiento cenobítico. Su vida retirada en el desierto le llevó a tener que convivir con todo tipo de animales y los antiguos le tenían mucha fe para que alejara de sus campos las epidemias que atacaban a los animales. La orden por él fundada se dedicaba a la acogida de enfermos afectados por enfermedades contagiosas, ya que a San Antonio Abad se le atribuían poderes curativos que tenía fama de aplicarse también a los animales, especialmente a los cerdos. De ahí que se le represente con un cerdito a los pies. Anteriormente había otra imagen de San Antonio Abad atribuida a Francisco Salzillo, que representaba al santo en oración, arrodillado y vestido con hábito de lana y seda.

Altar

En el crucero de la izquierda, está el altar dedicado a San Pablo Ermitaño. Se le representa con barba y cubierto con ropas hechas con palmas trenzadas. Considerado el primer ermitaño, vivió en el desierto de Tebas durante casi sesenta años, comiendo lo que le suministraba un cuervo. Siendo este su atributo personal.

En el Camarín central, actualmente pintado en purpurinas doradas, se encuentra la imagen de Nuestra Señora de la Luz, titular de la Iglesia. La Virgen de la Luz, cuyo autor se desconoce, fue donada a principios del siglo XVIII por Francisca Robles, noble murciana; según parece, El Niño Jesús  podría ser obra de Francisco Salzillo.

El retablo del altar mayor fue sustituido después de la Guerra Civil, concretamente en 1948, siendo obra de los talleres de José Noguera. En su parte más elevada aparece el tema de la Coronación de la Virgen María en relieve de escayola y dorado.