El río Segura con niño y perro [Saura Pacheco]
El río Segura con niño y perro
Naufragio [Saura Pacheco]
Naufragio

    Saura Pacheco forma parte de la generación cuya trayectoria artística se vio de alguna forma trastocada por la contienda civil entre 1936 y 1939, que, por sorprenderles en los momentos más creativos de su carrera, tan duro revés supuso para significativos artistas como Luis Garay, Pedro Flores, Joaquín y Ramón Gaya, entre otros.

    El pintor conoció la obra de todos ellos, y a algunos de forma personal, y sin duda recogió parte del legado de una forma de concebir el arte e interpretarlo con los pinceles con unas características comunes a las de aquellos murcianos: el soporte de la pintura clásica tradicional asimilada por la época, el empleo de técnicas y conceptos de los movimientos vanguardistas de finales del siglo anterior y un afianzado amor por su tierra y el hecho artístico de Murcia.

    Al igual que otros pintores más cercanos por la edad y el momento, como Almela Costa, Bonafé y García Trejo, Saura Pacheco supo encontrar como pocos el paisaje levantino, y llegó profundo en la combinación de la luz, buscando los atardeceres y una atmósfera apacible en la que tan bien supo conjugar los ocres de la tierra con lo abigarrado de la vegetación del pleno sol.

    Utilizó el óleo y la acuarela, procedimiento este último que además de dominar como técnica supo utilizar como forma de expresión tan creativa como armónica y que sin duda trasciende la supuesta conceptuación de la acuarela como arte menor.

    Al pintor hay que asociarlo sobre todo con el río, con ese río Segura que tantas veces pintó metido entre los zarzales de sus riberas para mejor captar en planos largos la luz refractada en sus apacibles y cansinas aguas y las abrumadoras sombras de chopos, eucaliptos y cañaverales de ribera.

    Ese río murciano que nos hace llegar, para escarnio de aquellos que hoy lo han convertido en la cloaca de la depredación económica, es, no obstante, bastante más que una sublimación patriotera. Sus metonimias plásticas, capaces de transformar en tropical el río mediterráneo, no restan credibilidad a sus múltiples recreaciones sobre este cauce fluvial, unas veces brillante como un espejo; otras, abrumadas por la neblina de la mañana. Siempre son el Segura, con los únicos matices de su propio genio incomprendido.

    Fue con la figura humana, y sobre todo con el retrato, aprovechando la versatilidad del óleo las modalidades con las que este artista más experimentó con formas y trazos que sobrepasaron lo meramente figurativo, recurriendo a composiciones de hechura y colorido impresionistas y expresionistas.