BombillaBombilla

67 x 59 cm. 1965.

El cuadro pertenece a la época en la que Pedro Cano estudiaba Bellas Artes en la Escuela de San Fernando en Madrid.

Fue realizado durante una clase de Antonio López, en la que el maestro pidió a los alumnos que trabajasen sobre algún elemento que tuviesen a su alrededor y Pedro Cano centró su atención en la bombilla.

Se da una contraposición entre el extremo tratamiento realista de la bombilla y el geometrismo de la ventana, realizado a base de planos de factura ilusionista que nos pueden llevar a recordar algunas disposiciones de Cézanne.

Este gusto por ensalzar y detenerse en elementos de detalle, por nimios que parezcan, volveremos a verlo en la pintura de los Nuevos realistas.

Pedro Cano se recrea en mostrar las calidades más sutiles de la materia en la representación de la bombilla, con un lenguaje conciso fruto de unas enseñanzas precisas y que luego no prodigará en su obra.


LegazpiLegazpi

50 x 100 cm.1967

El paisaje se nos muestra fragmentado mediante una franja que oscurece la parte central del cuadro, como si la ciudad hubiese quedado en tinieblas.

La mancha de color triunfa desdibujando los perfiles de la ciudad, creando una atmósfera que hace vibrar toda la escena.

Con este cuadro, donde el color ya predomina sobre la línea, Pedro Cano deja clara su intención de alejarse de los cánones de uno de sus maestros más queridos, Antonio López, para ir explorando su propio lenguaje.


Il ritornoIl ritorno

160 x 200 cm. 1969.

El tema tratado en este cuadro enlaza con la corriente realista de corte social del siglo XIX, en la cual juega un papel principal la clase obrera, con una intención político-social.

Obviamente no podemos olvidar la pintura más o menos realista que, con tintes críticos, se realizaba en estos años en España, y en concreto, nos queremos referir al expresionismo de Juan Barjola, también maestro de Pedro Cano, de cuyas maneras queremos ver ecos en este lienzo.

Figura y fondo se desligan, el personaje avanza con paso firme hacia el espectador como queriendo dejar atrás una vida difícil.


Retrato de mi madre

Retrato de mi madre

Temple y carbón sobre tela.120 x 130 cm. 1969.

En este retrato, la imagen se nos presenta como una sombra o un sentimiento.

Toda su fisionomía nos aparece levemente desdibujada por un halo nebuloso que cubre el cuadro.

Sus manos, la parte más definida de la imagen, parecen realizadas a base de cal  y esta áspera referencia matérica contrasta con la indefinición de los negros.

Pedro Cano no se ha querido detener en detalles minuciosos, porque lo que nos ha pretendido mostrar es la esencia de la figura, la memoria de la realidad.


Paisaje y figuraPaisaje y figura

35 x 50 cm. 1971.

Este cuadro lo realiza durante su estancia en Roma. No obstante, tanto la imagen del fondo como la de la mujer, que nos presenta en primer plano, pueden pertenecer tanto a unas imágenes vistas en Blanca, en Palermo o en una isla griega. Es la identidad del Mediterráneo.

Esta vez sí hay una utilización específica del polvo de mármol para darle una mayor carga matérica al cuadro, quizás por influjo de los movimientos informalistas de esta época, en la que imperaba el simbolismo de la materia en sí.

El desdoblamiento que presenta la figura, recurso que emplea Pedro Cano en otras obras de estos años como en 'Il Ritorno', 'Retrato de mi madre' o en 'Congiunti', evidencia la influencia del lenguaje específico del cine en el pintor, el fotograma, el monocromatismo,etc.


Congiunti

Congiunti180 x 180 cm. 1972.

La obra pertenece a una exposición que el artista realizó en Roma en 1974, donde quiso expresar las huellas que deja una guerra.

Las dos figuras se encuentran inmóviles e impasibles ante el triste discurrir de su existencia, aferradas a su mutua compañía frente a un irrefutable destino y un pasado inamovible que cargan con resignación.

La pérdida como elemento desmotivador de sus vidas : pérdida de su juventud, de sus seres más queridos, que portan en el pecho como si de dioses se tratasen, del mismo modo que 'las madres de mayo' de Argentina.

Sin embargo, no hay tragedia, sino melancolía; siempre la irrealidad mágica de Pedro Cano equilibra la escena hacia un sentimiento lírico.


Interior con hombreInterior con hombre

180 x 200 cm.1973.

Al igual que 'Congiunti', esta tela pertenece a la exposición de 1974 sobre el tema de la guerra. El personaje puede ser tanto un prisionero como un enfermo con su carga de soledad, y nos lo presenta de espaldas, mostrándonos sus manos atadas que oprimen su libertad.

A semejanza de 'Interior sepia', el pintor coloca frente al espectador una especie de muro que fragmenta la imagen, pero la idea principal de este cuadro es que todo él está concebido como un cilindro abierto, en el que la escena se repite en sus elementos esenciales, aunque el tratamiento sea distinto.

Y nuevamente, la referencia personal apenas es un detalle explícito, y son los factores cromáticos los que definen las diferencias.


Interior sepia

Interior sepia

150 x 200 cm. 1974.

De nuevo, la ausencia, vuelta a la casa vacía en un intento de reconstruir lo sucedido a través de los elementos que han quedado abandonados.

El monocromatismo agudiza la sensación de soledad y nos introduce en una situación suspendida entre espacio y tiempo, donde solamente el elemento vertical del muro, como ocurre en el cuadro anterior, nos evidencia la realidad y marca el positivo y el negativo en el encuadre de unas escenas a la manera de las secuencias cinematográficas.


EquipajeEquipaje

100 x 100 cm. 1975.

Pedro Cano cuando viaja lleva toda su memoria a cuestas, pero algo de él queda ausente, ya que permanece en su pueblo, en Blanca. Y es esta idea del que se va, pero se queda, la que él quiere representar en esta fantasmagórica figura, donde un cuerpo cargado de equipaje es sustituido por una simple percha inerte.

La inquietud que conlleva la cualidad de ausente, ya Eduardo Arroyo la transmite en la serie de obras que realiza en 1976 sobre el exilio, y nuevamente la indefinición objetual agudiza los sentimientos.





Cama y ropas

Cama y ropas

150 x 150 cm. 1975.

Pertenece a una serie de cuatro camas pintadas hace 27 años.

La habitación es sumamente austera, inundada de soledad, de ausencia, que nos reclama la presencia de la persona que ha dejado su ropa con sumo cuidado tendida en la barandilla a los pies.

Es un ejercicio de perspectiva clásico, el respaldo de la cama parece fundirse con la blanquecina pared con sensaciones de sfumato.


Cama y muñecoCama y muñeco

150 x 150 cm. 1975.

El clima irreal, que envuelve completamente la escena, tiene como contrapunto el frontal de la cama, que se nos presenta en un primer plano ante la mirada, como algo más físico que no parece pertenecer al ambiente imaginario del lecho y el muñeco. Ambos elementos parecen pertenecer a mundos diferentes, como si se tratase de una imagen soñada que luego se recogiese en el cuadro a través de la memoria.

La obra está inundada por un color verde-grisáceo que acentúa ese carácter fantasmagórico de toda la escena.

Pedro Cano, en lo que es un claro homenaje a Paolo Ucello, evidencia algo que lo define: la importancia que el clasicismo italiano tiene en su formación.