Graderío
Graderío
J.M.

Las excepcionales vistas del Teatro Romano reciben al visitante, que accede al pasillo de circulación entre la ima y la media cavea. Desde este punto, se observa la grandeza del Teatro, que tenía capacidad para 6.000 personas.

La salida al Teatro recupera la posición del vomitorio oriental y a partir de él se inicia el recorrido dentro del edificio romano por los pasillos de las cáveas, y por las escaleras radiales, que permitirán bajar al espacio de la orchestra y escenario y contemplar la restitución parcial de la fachada escénica.

El teatro fue inaugurado hacia el año 5 o 4 a.C. y dedicado a Lucio y Cayo Césares, hijos adoptivos del emperador Augusto, tal y como rezan las dos inscripciones que coronaban los principales accesos al edificio.

La situación del teatro en el cerro más elevado de la ciudad y junto al puerto produciría una primera imagen de magnificiencia y esplendor a todos aquellos que arribaban a la ciudad por mar. Su ubicación en la ladera de la colina facilitó, además, la construcción del graderío, frente al cual se situaba una monumental fachada escénica, donde la combinación de los tonos rojizos de las columnas, blancos de los capiteles y basas, y grises del podium provocaría un sugerente juego cromático.