La Comarca del Noroeste constituye una de las zonas mejor conservadas de la Región de Murcia, con sus amplias superficies forestales y el predominio del paisaje agrario de tipo extensivo donde juegan un importante papel los usos tradicionales. Para contribuir a la conservación de este patrimonio natural y cultural, se puso en marcha el Proyecto Life-Naturaleza ¿Gestión Integral de Hábitats. Comarca Noroeste de Murcia¿.

La Comarca del Noroeste es un espacio geográfico claramente diferenciado física y socioeconómicamente en el sector noroccidental de la Región de Murcia ocupando una superficie de 237.900 ha y con una población de 71.045 habitantes, distribuidos en cinco municipios: Bullas, Calasparra, Caravaca de la Cruz, Cehegín y Moratalla.

Es una zona eminentemente montañosa, con gran número de sierras de altitudes comprendidas entre los 1.000 y 2.000 m. Estas sierras albergan gran parte de los paisajes forestales de la comarca, incluyendo algunos de los bosques más importantes de la Región.

En el paisaje de la comarca abundan también los campos de agricultura extensiva. Son zonas llanas u onduladas con altitudes comprendidas entre los 500 y 1.000 m, que tradicionalmente se han dedicado a cultivos agrícolas de secano, principalmente cereales, aunque también tiene gran relevancia el cultivo de plantas aromáticas o viñedos en la zona de Bullas.

Destaca la relativa abundancia de agua, gracias a un régimen de precipitaciones más benigno que en el resto de la Región. Los ríos Quípar, Argos, Alhárabe, Moratalla y Mula, afluentes del Segura por su vertiente derecha, así como el propio río Segura han modelado otra de las unidades territoriales características de la zona: las vegas, corredores aluviales que han albergado tradicionalmente las huertas y los núcleos de población.

Desde el punto de vista socioeconómico, la Comarca del Noroeste se caracteriza por una baja densidad de población (29,85 hab/km2 frente a los 121,13 hab/km2 de la Región), una economía basada principalmente en el sector primario y un fuerte arraigo de los usos tradicionales, factores imprescindibles en muchos casos para el mantenimiento de los valores ecológicos que se pretende conservar.