La vida de ultratumba
Explica Isaac Asimov en su libro 'Los ' que posiblemente de la observación del ciclo solar (un infante que aparece por el Este, crece rápido alcanzando el pleno desarrollo a mediodía, madura al ir cayendo hacia el Oeste y envejece y muere al irse poniendo y desaparecer para tras un peligroso viaje a las cavernas del mundo subterráneo, volver a aparecer por el Este a la mañana siguiente, renovando así su vida) y del ciclo de los granos de trigo (madura y es segado y, aparentemente, muere; pero de sus semillas puede nacer nuevo grano en la siguiente estación de siembra) es lo que propicia que los antiguos egipcios incorporen a su religión la idea de nacimiento, muerte y renacimiento; así como que la salvación en la otra vida requería la presencia física del cadáver debido a que 'en Egipto los cuerpos se descomponen lentamente por la sequedad del suelo, de modo que los egipcios pensaron que la prolongación de la forma física del cuerpo era algo natural e incluso deseable, y buscaron medios para conseguirla'.
No seré yo quien diga que no hay algo de cierto en estas razones para explicar el modo de proceder de los egipcios con sus muertos.
Sin embargo, cuando observo la similitud entre un sarcófago con su momia y un capullo de seda con su crisálida se me ocurre otra explicación no menos ocurrente ¿No será que los egipcios habían observado el ciclo de la vida y de la muerte en los insectos y pensaron que, embalsamando a sus muertos y protegiéndolos dentro de un sarcófago podrían, como las crisálidas, renacer más fácilmente a una nueva vida?