Diversos testimonios

Según los testimonios recogidos en el informe encargado por Rafael Martínez Fortún, dueño del terreno donde cayó el meteorito, en la madrugada de la Nochebuena de 1858, las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora, que ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas.

Uno de los testigos declaró que, a las dos cuarenta y cinco de la madrugada, se iluminó de manera repentina la atmósfera por "un gran lucero de un resplandor que eclipsaba la luna, y que caminaba del Mediodía al Norte". Además otro declarante relató que vio descender "un globo de fuego brillantísimo y de hermosos colores, que no parecía sino que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo".

Otra de las personas que fue testigo de este hecho y que se encontraba en la capital murciana en ese momento, describió cómo "pasó por encima de esta ciudad a tan poca distancia de la torre de la catedral, que creyeron que iba a tocar en la linterna de dicha torre, pero no sucedió así, sino que recorrió unas tres leguas más, salvando esta ciudad y su término".

El impacto

El impacto sobre el terreno originó un gran estruendo que levantó de la cama a los vecinos de Molina de Segura. Según recoge el informe: “Despertaron muchas personas de las que se hallaban durmiendo, y todas, excepto las que observaron el fenómeno al aire libre, creyeron que era una de esas tormentas tan frecuentes en esta localidad, llenándoles de terror", continúa el relato.

Algunos de los testigos coincidieron en señalar que se oyó un gran ruido "como el de un cañonazo", acompañado de un temblor de tierra "parecido al que ocasiona un terremoto".