Desde que la seda se descubrió hace más de cuatro mil años en China, su producción y venta ha adquirido gran importancia económica y social.

Las primeras referencias de su cultivo en Murcia datan del siglo VIII, aunque su despegue no se produce hasta el siglo XVII, cuando se importan las nuevas técnicas de producción preindustrial desde Italia y Francia, impulsando el cultivo doméstico del gusano de seda entre los agricultores.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la seda se convirtió en un pilar básico de la economía regional, especialmente en Murcia, donde se instalaron diversas industrias sederas.

Pero la crisis de finales del siglo XIX provocó el cierre de éstas y la desaparición casi total del cultivo en la Región de Murcia.

Hoy en día esta actividad es testimonial, quedando algunos vestigios productivos de artesanos que exponen sus productos en mercados tradicionales o centros de exposición regional.

Origen: 2.200 a.C.

La cuna de la seda se encuentra en la milenaria China, en el 2.200 a. C. Desde su descubrimiento, los chinos han sido plenamente conscientes de su inmenso valor, y por ello, durante más de dos mil años se guardó como un gran secreto, castigándose duramente cualquier infracción de esta ley.

Debido a esto, inicialmente se criaba el gusano de seda únicamente en la Corte, aunque poco a poco se fue extendiendo. La seda se convirtió en un tejido muy valioso y comenzaron a llegar comerciantes de numerosos lugares, especialmente de Persia y Siria, que  vendían este producto a griegos, romanos y bizantinos.

La leyenda de la Seda en Occidente

Cuenta la leyenda que Justiniano, el emperador de Constantinopla, obsesionado por descubrir el método de producción de la seda , envió como espías a dos monjes nestorianos quienes, arriesgando peligrosamente su vida, consiguieron sacar de China una pequeña cantidad de huevos escondidos en sus bastones, eludiendo para ello los numerosos controles a lo largo de toda la ruta de la seda  

Seda en Murcia: siglo VIII

Las fuentes históricas confirman que la llegada de la seda a Occidente se produjo a través de Constantinopla, bajo el mandato de Justiniano, en su empeño por llevar este tejido a todos los confines de su imperio.

En España se cree que se introdujo por el sureste peninsular, pero no fue hasta la llegada de los árabes, en el siglo VIII, cuando se desarrolló su producción, especialmente a partir de la fundación de Murcia.

Desde sus orígenes, las sedas españolas alcanzaron un gran prestigio internacional, destacando entre ellas la murciana, con sus ricas telas Wasy, mezcla de seda y oro.

Existe una laguna documental para los siglos XI, XII y XIII, aunque se tiene constancia de que continuó una importante producción por las referencias a la excelente calidad de los tejidos murcianos.

En la época cristiana, la seda perdió paulatinamente su importancia y en su lugar se desarrolló la ganadería. Sin embargo, en el siglo XIV se plantaron las primeras semillas de moreras blancas, y se produjo un nuevo e importante florecimiento, con un lugar destacado para la huerta de Murcia.

Auge en Murcia: siglo XVII

Dos judíos murcianos expulsados por los Reyes Católicos (Antonio de Grimaldo y Carlos Peralta) fueron los que, al volver de su 'exilio' italiano, importaron las técnicas con las que la industria sedera alcanzó un auge insospechado en la huerta murciana, provocando una avalancha de agricultores que comenzaron a cultivar morera en sus tierras.

Los capullos eran cuidados en el interior de las casas por mujeres y niños  a un coste mínimo. Así, se aumentó considerablemente la producción y se extendió el uso del tejido entre las poblaciones más humildes.

Numerosos huertanos intentaban evadir los impuestos por cosechar seda vendiéndola de forma clandestina, por lo que en 1610 se terminó de construir un edificio denominado Contraste de la Seda, situado en la plaza de Santa Catalina de Murcia. Su objetivo era pesar y controlar la producción cosechada anualmente, aunque no se consiguieron frenar estas actividades clandestinas.

A comienzos del siglo XVI se generalizó la costumbre de dar limosnas a la Iglesia en forma de capullos de seda, gracias a los cuales se emprendieron grandes obras humanitarias y arquitectónicas, como el Seminario de San Fulgencio o el Puente Viejo de Murcia durante el siglo XVIII..

Durante el S.XVII se desarrolló principalmente en Murcia una importante actividad artesanal en torno a la seda: torcedores, tejedores, cordoneros, toqueros, pasamaneros y tintoreros habitaban en el casco urbano y principalmente en los barrios de San Antolín, San Andrés y San Miguel.

El centro de negocio de la seda estaba instalado en el núcleo urbano, principalmente en la plaza Santa Catalina, donde se reunían periódicamente mercaderes, corredores y productores de seda para cerrar los tratos comerciales.

Fábricas sederas

En 1770, dos italianos establecen en Murcia  una moderna fábrica de hilar y torcer seda al estilo de Piamonte, pretendiendo revolucionar esta industria. Situada entre la Casa de la Misericordia y la Fábrica de la Pólvora, en los primeros años no tuvo éxito, pero su suerte cambió al ser vendida. Con su moderna maquinaria y la numerosa mano de obra empleada, esta enorme fábrica producía grandes cantidades de seda y era una de las más importantes de España.

En el año 1800 comenzó a funcionar otra fábrica, perteneciente a la empresa francesa Valence y Sobrinos, con las mismas características que la anterior, y que también movía sus grandes ruedas con el agua de las acequias cercanas, ya que carecían de electricidad.

Los siglos XIX y XX suponen una importante crisis para la sericultura y su industria en toda España, motivada por las epidemias y la fuerte competencia extranjera, especialmente la italiana.

En 1892 se crea la Estación Sericícola cerca de la Alberca de las Torres (Murcia), con el objetivo de estudiar y conservar el cultivo de la seda, y ampliando sus relaciones internacionales, lo que erigió a Murcia en la principal capital y el centro de la sericultura española.

Otras importantes fábricas han sido ya abandonadas o demolidas, como la fábrica Mayor (antiguo convento de los Diegos) o la 'pequeña' de la firma francesa Payen.

Situación actual

Actualmente, la seda se cultiva mayoritariamente en Oriente, Japón y China fundamentalmente. Mientras en Europa quedan vestigios en España, Francia, e Italia. La industria de seda tiene un valor comercial anual de 200 - 500 millones de euros.

La Región de Murcia sigue siendo, junto con Canarias, la única comunidad de España en la que con fines artesanales o didácticos podemos todavía encontrar pequeños productores de la denominada 'seda natural'.