Torre de la iglesia de Ulea
Torre de la iglesia de Ulea
Santiago Rodríguez González
Casa del Cura de Ulea
Casa del Cura de Ulea
TRIGAMON


  La vuelta de la religión cristiana a la zona

  A principios del siglo XVI, la población de Ulea se encontraba muy reducida. Muchos de estos habitantes eran musulmanes y no querían abandonar la Península Ibérica. Para salvar esta situación, decidieron convertirse al cristianismo, y el primer paso fue solicitar a Fernando 'el Católico' que les concediera licencia para que sus mezquitas se transformaran en templos cristianos. Ulea no estuvo sola en este lance, la acompañaron en las mismas circunstancias los vecinos de Abarán, Blanca, Ricote y Ojós, conociéndose como las cinco villas del Valle.

  La petición llegó hasta el Papa Julio II, que firmó la bula de creación de las parroquias un 23 de agosto de 1505. En el año 2005 se celebró un Año Jubilar Conmemorativo del V Centenario de la Fundación de las Parroquias del Valle de Ricote, concedido por el Papa Juan Pablo II tras petición del Obispo de Cartagena. En Ulea, concretamente, se convirtió la mezquita en templo cristiano y se puso bajo la advocación de San Bartolomé. El capellán de esa primera y recién convertida 'Comunidad Cristiana' evangelizó a los conversos y guió los primeros pasos de los católicos en estas tierras.

  Los altibajos de los siglos XVI y XVII

  En el siglo XVI Ulea se erigió como villa con concejo, aunque más tarde perdió este privilegio y fue agregada a Caravaca. La situación de la localidad no era fácil. Apenas existían habitantes, la agricultura escaseaba, y la fértil huerta presentaba una triste imagen de abandono. La dependencia de otros estamentos hacía que la economía y la situación social no se pudiera mantener en Ulea. Algunos ejemplos de estas circunstancias son: fuerte yugo del vasallaje, la Orden de Santiago podía ceder las tierras de Ulea en usufructo; la justicia dependía en primera instancia de Ricote y como nivel superior Caravaca; la Orden de Santiago, Caravaca y Murcia nombraban a los altos mandatarios de Ulea.

  En este siglo XVIII se inicia la oligarquía concejil de Sebastián de Rueda y Lisón. Su influencia quedó de manifiesto cuando fue nombrado alcalde y patrono de la Capilla Mayor de la iglesia de San Bartolomé. Al ocupar su cargo de alcalde se trasladó a vivir a la mansión de la Casa de la Condesa. Las disputas por los cargos del concejo llevaron a los responsables de la administración a impugnar y protestar contra algunas de las elecciones y decisiones que se tomaron, con varios pleitos en Granada o en Madrid.

  La libertad del autogobierno y los cambios estructurales en la villa

  Con la desaparición del dominio de la Orden de Santiago y la derogación de los señoríos jurisdiccionales concluyó para Ulea una época muy importante en su Historia. La villa llegó a tener una población de más de mil habitantes, que perduraría hasta comienzos del siglo XX. Lo que en un principio había sido la Casa de la Encomienda, en la Plaza de la Constitución, pasó a ser la Casa del Cura, levantada sobre el edificio antiguo. Anexa a la Casa del Cura se encuentra la Iglesia de San Bartolomé.

  En la misma plaza se levantó también el Ayuntamiento. Este espacio se convertiría en el foco de la administración social, económica y religiosa del pueblo. A finales del siglo XIX se levantó por orden de Antonio Tomás Sandoval 'El Gurugú'. Esta construcción está formada por un recinto con una torreta cuadrangular, con almenas, y cubierta con bóveda de media naranja. Se construyó en Ulea al volver este personaje de la Guerra de Marruecos y quedar encantado con los edificios que allí había visto. A inicios del siglo XXI Ulea es un municipio que mira con optimismo al futuro, con grandes potencialidades derivadas de sus grandes atractivos.