Altar Mayor [Monasterio de la Inmaculada Concepción de Cieza]
Altar Mayor

Historia

Según la tradición la joven beata Juana Garay Valcárcel tuvo numerosas visiones que se relacionaban con la fundación de un convento de monjas, sobre lo que hizo muy concretas premoniciones. Predijo que Don Matías Marín-Blázquez y Melgares, se ordenaría sacerdote y se convertiría en el paladín de la fundación, y que el nuevo monasterio estaría en principio sujeto al Ordinario pero que pronto pasaría a la jurisdicción de los Frailes Menores, como sucedería en 1753.

Sobre el hecho histórico de la fundación del monasterio de la Inmaculada Concepción de Cieza, dedica Manuel de la Rosa González unas páginas en su libro.

El monasterio se funda en 1750, tras largos y fatigosos trámites.

El convento de la orden de las Claras recibió la licencia para su construcción en 1743, comenzando las obras en este mismo año y terminando en 1749.

En 1750, Fernando VI le concede la licencia como Convento, iniciándose con cinco religiosas que llegan del Convento de Clarisas de Mula, y con nueve novicias de Cieza. La licencia de fundación se daba bajo las condiciones de que la comunidad no pudiese adquirir ni conservar bienes raíces, sino que debía mantenerse exclusivamente de limosnas y quedar bajo la jurisdicción del Ordinario del lugar.

En cuanto a la fábrica del Monasterio, ya terminado a principios del año 1749, parece que hubo de ser ampliado y reformado en varias ocasiones en años posteriores por resultar insuficiente para albergar al alto número de religiosas, sobre todo entre 1755 y 1775.

Parece que parte del actual monasterio y su iglesia se edificaron aprovechando el solar de unas casas principales "a medio traer" que estaba edificando Don Matías Marín-Blázquez, Caballero de Santiago, padre del fundador, en la entonces nueva calle de Mesones. Era aquello el extremo de la población, donde se empezaron a edificar las primeras casas a mediados del siglo XVIII.

Frente al Monasterio se hallaba una amplia posada, después conocida como la Posada de las Monjas, que era una de las tres que había en la calle, entonces tránsito del Camino Real por el interior de la población.

Un poco más arriba, en dirección a Murcia, se levantaron también por estos años varias casonas, en la acera frontera al Monasterio, la de Don Pedro Marín y Mateos, hermano de Sor Mariana de San Lorenzo, monja en el Monasterio. Más arriba la del Magistrado Don Isidro Gómez Marzo, edificada ya en el segundo tercio del siglo XIX, sobre parte del desamortizado "cercado de arriba", que perteneció al Monasterio hasta 1836.

El Monasterio ha sufrido tantas remodelaciones que poco queda de su antigua construcción, hecha con la disposición típica de esta orden. La Iglesia sufrió sucesivas reconstrucciones, e incluso en la guerra civil pasó a ser cuartel de la CNT, por lo que se derribaron sus tabiques y se dejaron sólo los muros, de tal manera que actualmente al estar muy reconstruida no se conserva del siglo XVIII más que la planta y los pilares. Así actualmente la decoración a base de pilastras y molduras salientes, no es más que un intento de reconstrucción de la antigua traza.

Personajes

Entre los personajes más destacados que contribuyeron, de un modo o de otro, a la construcción y embellecimiento del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Cieza, citamos los siguientes:

Don Matías Marín-Blázquez y Melgares (siglo XVIII), fundador del Convento de Franciscanas Descalzas de la primitiva Regla de Santa Clara de la Villa de Cieza, se ordenaría sacerdote y se convertiría en el paladín de la fundación.

Junto a la cratícula del coro bajo, pero dentro de la iglesia se hallaba el enterramiento de Don Juan Marín-Ordóñez y Padilla, Regidor perpetuo y Administrador de la Encomienda del Valle de Ricote, que por su parentesco con los fundadores obtuvo la gracia de ser enterrado aquí. Su lápida fue destruida en 1936.

También destacan otros personajes como Fray Joaquín Buendía que encargó una imagen de la Dolorosa a Roque López en el último cuarto del siglo XVIII. Este, en 1784 entregaba una imagen de la Dolorosa de cinco palmos de altura con peana y cajón, para este Monasterio, hoy desaparecida. Y Doña Elvira de Moya y Carrasca, que fue entusiasta de la fundación y colaboró en ella con largueza.