Las 19 viviendas excavadas en el caserío de Siyâsa han sido datadas por los especialistas durante los siglos XI, XII y XIII. Su interés aumenta debido al excelente estado de conservación en el que se han encontrado los materiales, ya que tras la conquista castellana el cerro se despobló por completo y no volvió a ser habitado jamás. Prácticamente la totalidad de la ladera este del castillo fue utilizada para la creación del poblado, aunque entre la alcazaba y los primeros edificios existía una elevada pendiente que explica la ausencia de estructuras de hábitat en este sector. Se ha calculado un número aproximado de 790 edificaciones acondicionadas en terrazas debido al desnivel de más de 110 metros entre las partes alta y baja del caserío, contando con viviendas, posiblemente una mezquita, comercios y otras construcciones aún no identificadas.

   El caserío se estructuraba en dos barrios ubicados en la solana y la umbría de la ladera, comunicados por una calle identificada en la zona septentrional del caserío excavado. Para estos dos complejos residenciales se estima que la población superaría las 4.000 almas en la época de máximo esplendor de Siyâsa. La trama urbanística es bastante irregular y su característica principal es la ausencia de ordenamiento general. Esta estructura resulta propia de los núcleos que nacen de forma espontánea, a partir de la creación de casas particulares. En el caso de Siyâsa el núcleo primigenio parece estar ligado a intereses económicos, agrícolas, ganaderos, comerciales y estratégicos. Más tarde, cuando surgió la necesidad de construir infraestructuras hidráulicas y defensivas, se hizo de manera comunitaria.

   En un principio las casas serían de gran superficie, pero la evolución del poblado y de los grupos familiares que lo habitaban hizo necesaria su reestructuración. La mayoría de las viviendas excavadas en Siyâsa muestran una estructura de cuatro crujías que rodean un patio central, aunque en muchos casos las dificultades del terreno modificaron esta distribución.

   Esta disposición ayudaba en la concepción de la familia musulmana durante la Edad Media en la que su rica vida diaria era concebida en el interior de sus moradas, en la intimidad de sus miembros, sin mostrar nada hacia el exterior. Debido a esta circunstancia apenas existen indicios de ventanas o celosías abiertas hacia las transitadas calles de la población. Con el transcurrir del tiempo, Siyâsa tuvo que hacer frente a un notable incremento demográfico. Para acoger a las nuevas familias las viviendas se dividieron y los espacios entre casa y casa fueron ocupados. Los hallazgos arqueológicos de la ladera del cerro revelan que la población llegó a estar muy saturada.