La tradición oral y las fuentes documentales hablan de la existencia de, al menos, cinco molinos en el Municipio de Jumilla, empleados para la molienda del abundante cereal que crecía es estas tierras de secano.

El Molino de la Parra se encontraba en la parte opuesta al actual asentamiento urbano de Jumilla, en la zona más elevada de la loma por donde discurría un caudaloso río. Hoy en día, frente a este lugar se emplaza el cementerio cercano a la circunvalación que rodea al municipio.

El Molino de la Parra se encuentra en estado de abandono y tan solo conserva un techado que sirve de almacén. En sus inmediaciones aparecen amontonadas las piedras del molino y las viejas estructuras que las sustentaban.

Parece ser que dejó de funcionar a mediados del siglo XX, cuando su dueño decidió desmantelarlo ante el avance de las tecnologías y la obsolencia de este tipo de construcciones.

Aún así, quedan señales inequívocas del uso de este molino, como la bocana por donde el agua pasaba y hacía que se moviese todo el sistema hidráulico, así como la polea, que se situaba en la parte alta del edificio y se utilizaba para poder alzar los sacos con el pienso.