Antes de que existieran la televisión, el asfalto, el tráfico viario y las vídeoconsolas, los niños y los mayores jugaban en las plazas y calles de los pueblos y ciudades a un innumerable conjunto de juegos tradicionales. Éstos siguen estando vigentes en las mentes de muchas padres, madres y abuelos, que intentan recuperarlos para el divertimento de los niños del siglo XXI.

     Los juegos tradicionales han abarcado todas las cualidades y el desarrollo social del ser humano. Juegos de habilidad para jóvenes, de flexibilidad, de fuerza para niños, de aprendizaje, de evaluación de lo aprendido, o de simple entretenimiento, han servido para que mayores y pequeños se divirtieran juntos y por separado.

     Todo el mundo recuerda su niñez y esos juegos que ayudaban a los niños a desarrollarse y a relacionarse con los demás, ya que hacían que niños de distintas calles se juntaran para pasar un buen rato, pudiéndose ver aún los testés pintados en el suelo, o varios niños jugando a la pillá.

     Aún perduran los juegos tradicionales, principalmente de niños, pero además encontramos en determinados puntos de la Región Murciana otros juegos para los mayores. Se trata de los bolos, huertanos o cartageneros; el caliche, con sus moneos; o la petanca, con sus bolas y su boliche.

     En definitiva, Juegos ancestrales que entraron en la Península Ibérica durante la Edad Media y que fueron tomando las formas y normas que más convenían en cada región. Además, decir que iban unidos a la cultura de los pueblos, a su historia, incluso a lo mágico, el arte, la lengua, la literatura o las costumbres. El juego servía como vínculo y cercanía entre las personas y las civilizaciones.

Fuentes

  • VV.AA. 4º seminario sobre folklore y etnografía. Ayuntamiento de Murcia, 2004.

  • Portal de la Federación Española de Petanca