Tras el abandono de la actividad minera, este entorno agreste y marítimo ha atraído el interés de muchos visitantes, que encuentran en sus senderos el mejor modo de aproximarse a la riqueza vegetal y geológica de la zona.

     El contraste que se establece entre la vegetación y el paisaje desértico de las minas es de gran belleza, ya que los tonos verdosos dan paso a otros de color rojo, ocre y amarillos, además, si decidimos ascender hasta el Monte Miral podremos contemplar unas magníficas vistas del Mar Menor con su color azul intenso.

     Cabe destacar la existencia de Cipreses originarios de Cartagena, cuya presencia en la Península se limita a esta zona, siendo cuidados como una especie protegida.

     Todo esto, junto con los alojamientos que se ofrecen en los pueblos del Beal, lo convierte en un atractivo foco del turismo rural.