Gea y Truyols

Apenas existen datos históricos sobre estas aldeas, cuya configuración se puede remontar a época romana, como así lo atestiguan los hallazgos arqueológicos de la zona, como la villa romana de Lo Gea y áreas cercanas, como Sucina o Balsicas.

Topónimo

El origen del topónimo de la localidad de Gea y Truyols se remonta a una situación histórica común en las poblaciones del Campo de Murcia, la existencia de pequeños caseríos dispersos que ya moteaban este territorio durante la Edad Media.

Lo que hoy día es Gea y Truyols parte de conglomerado de fincas y parajes, Lo Gea, La Tercia, siendo este el núcleo principal, y El Caracolero. Tanto la voz Truyols como la voz Gea surgen de los primeros pobladores aragoneses y catalanes o mallorquines, una realidad común a casi todo el territorio de Murcia tras la reconquista cristiana del territorio en el siglo XIII.

La repoblación de lugares como Gea y Truyols no fue inmediata, el Concejo de Murcia administró las tierras de campo y fue cediéndolas a lo largo de siglos en distintos repartimientos que tenían como objetivo la repoblación de estas áreas áridas que surgían como una frontera natural entre el litoral y la huerta del área más cercana a la ciudad capitalina.

Edad Moderna y Contemporánea

Ya aparecen los nombres de los parajes de la localidad en estadísticas y censos del siglo XVIII. Sabemos que en 1772 la que entonces era diputación de Corvera administraba Truyols y buena parte de los caseríos colindantes. En 1785 Gea y Truyols aparecen como dos aldeas de realengo con alcalde pedáneo.

La denominación conjunta de los dos parajes que dan nombre a la población aparece en 1809, en un censo que les asigna un total de 264 habitantes, un dato que nos da la idea de la dispersión de su población, dedicada íntegramente al cultivo de sus campos de secano.

Durante el Trienio Liberal, como ocurriría con Cañadas de San Pedro y Jerónimo y Avileses, su administración pasaría a depender de la población vecina de Sucina, si bien esta situación sólo duraría hasta 1834, momento en el que municipio de Murcia se haría cargo de los caseríos.

El origen de algunas de las construcciones que se distribuyen por las fincas es sin duda del siglo XIX y comienzos del XX, momentos de bonanza económica para las áreas de cultivo de estas áreas prelitorales que aprovechan la fluidez de capital en la economía de la Región tras los grandes negocios de la minería costera de Cartagena, Mazarrón o La Unión. Los edificios de ladrillo de estilo ecléctico intentan imitar la gran aportación de la arquitectura ecléctica y modernista que se desarrollaría en las ciudades de Cartagena y La Unión.