En esta pedanía de Santa Cruz, a pocos kilómetros de Orihuela, se alza este edificio originario de finales del siglo XVIII.

     Actualmente está habilitado como restaurante, pero en su día formó parte de una finca dedicada primero al cultivo de la vid y más tarde al de la morera y su producción de seda.

     Se trata de un amplio edificio de cuatro plantas construido en ladrillo que recuerda en estilismo a las masías catalanas pero que posee, dando a su azotea, una torre semejante a la de los palacetes de la huerta de Murcia.

     En su exterior las cuatro plantas quedan marcadas por los distintos vanos que se van abriendo, en unos casos adintelados y en otras con arcos de medio punto. Aunque esta división de vanos y balconadas no siguen una distribución geométrica, si podemos apreciar como en el primer piso hay grandes ventanales enrejados, en el segundo hay balcones individuales y en el tercero estos son de menor tamaño. En total se distribuyen a lo largo de la fachada un total de 36 balcones.

     La azotea está habilitada como terraza y a ella se abre una torre con cubierta a cuatro aguas. La fachada principal y de entrada está coronada con una especie de frontón triangular con dos vanos circulares que flanquean un escudo de armas en piedra, detalle este último muy propio de las construcciones de familias de nobles y grandes propietarios.

Historia

     Sabemos que la construcción comenzó en el año 1695 y terminó ya entrado el siglo XVIII. Debía pertenecer a una finca que administró un gran cultivo de vid, seguramente los huertos que hoy circundan el edificio fueron en su día viñedos. Sin embargo, la epidemia de filoxera de 1902 debió obligar a sus propietarios a cambiar el destino de los cultivos, pasando de la vid a la morera y, con esta, a la producción de seda.

     Hoy día esta gran casa solariega es un restaurante que ha conservado las trazas y elementos estructurales originales de la primitiva construcción.