Cartagena
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El alumbrado de las calles se iniciaba el 2 de abril de 1797 con 400 faroles, habiendo costado 82 reales cada uno, aunque ya el día de la inauguración, se recomendaba la construcción de otros 120 faroles más. Se prendían los faroles desde las primeras avemarías hasta las doce de la noche durante 243 días al año.  El cálculo de consumo  era de 662 arrobas y 10 libras de aceite que a 50 reales hacían un total de 33.100 reales a los que habían de sumarse 8.505 reales más por concepto de salario de los empleados del servicio.

Hacia 1798 hubo de ejercerse un mayor control sobre el gasto y se disminuyó el personal con lo cual la partida descendió a 32.771,10 reales de los que 24.000 se obtenían del impuesto sobre la nieve consumida durante el verano.

En 1800 la plantilla de 16 serenos se reduce a 12 los cuales se ocupan de encender y mantener las farolas del alumbrado público de aceite del que disfruta la ciudad durante los quince días mensuales en los que aquél luce. Perciben por su trabajo tres reales diarios y dirigiéndolos se encuentra un cabo que cobra 70 reales al mes, cargo que ejerce Francisco Aguader. Toda la cuadrilla tiene a su cargo 548 faroles que consumen, según los meses, entre 27 arrobas y 23 libras ó bien 14 arrobas y 6 libras. El gasto se cubre con el importante arbitrio sobre el vino y el insuficiente impuesto de la nieve.

A partir de ese año de 1811 el gasto municipal del alumbrado disminuyó con respecto a años anteriores. El número de farolas oscilaba entre 300 y 327 iluminando catorce días mensuales. El número de serenos contratados también hubo de bajar a diez que entonces trabajaban bajo la supervisión del cabo José López. Las dificultades para mantener activo el alumbrado continúan en los años siguientes pese a los 22 maravedíes con que se graba la arroba de vino y la disminución del salario de los serenos que no volverán a recuperar su sueldo inicial hasta marzo de 1822.

Interrupción estival

En 1827 se decide suspender el alumbrado durante la estación de verano debido al fuerte déficit acumulado que tiene el ayuntamiento. Así las cosas, se reduce de nuevo el cuerpo de serenos a ocho que han de atender 360 faroles durante, al menos,todo el periodo de tiempo que va desde 1829 hasta 1832. Se encendía entonces diecisiete noches al mes, desde las primeras avemarías hasta las doce de la noche.

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Los gastos de 1854 son aún mayores; ascienden  mensualmente a 1.332 reales en salarios de serenos y entre  2.000 y 2.830 reales que se invierten en material y combustible. Las farolas se aumentan en 1850 y 1862 con la construcción de 30 y 50 unidades respectivamente. 

El 22 de febrero de 1865 se realizaba un informe sobre el alumbrado por aceite, enumerando gastos e inconvenientes de este combustible en favor del cambio al petróleo.

Según este documento el aceite costaba 44.000 reales anuales mientras que el petróleo supondría sólo 19.620 reales (parte de la ciudad se iluminaba con gas). Venció la moción por el petróleo y se sacó a subasta; los faroles de aceite se trasladaron a otros puntos.