Las rachas de fuerte viento provocaron abanicos, y ralentizaron el desarrollo de una etapa que sabe a gloria para el ciclismo murciano.
'No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy', reza un sabio proverbio popular, que ayer, en la meta de la etapa inaugural de la Vuelta a Murcia 2007, en Las Torres de Cotillas, hizo valer un chaval de estirpe ciclística y nacido hace 21 años en Cieza. Nadie ha estudiado las propiedades que alberga la codiciada variedad de melocotón local en su sabrosa carne y la oliva mollar 'partía', pero lo que es una evidencia es que sus deportistas, 'donde van triunfan', como pregona una conocida cerveza. Y es que, el insaciable espíritu combativo de José Joaquín Rojas hizo pasar página ayer a las tentativas sin éxito en la Challenge de Mallorca y en la Vuelta a Andalucía, y se vistió de amarillo en la vuelta de casa.
En San Pedro del Pinatar se daba el pistoletazo de salida a esta Vuelta a Murcia 2007, que pudo no ser, pero que acabó por ser una realidad tangible. En el acto protocolario de corte de cinta se dieron cita las autoridades locales de San Pedro del Pinatar, el consejero de Presidencia, Fernando de la Cierva, el director general de Deportes, Juan Antonio Morales, el presidente de la FCRM, José López Tortosa, y Francisco Guzmán, presidente del Club Murciano Organizador de Carreras. La meta se ubicaba en Las Torres de Cotillas, después de poco más de 160 kilómetros de recorrido de perfil abrupto, que marcaba sus máximas cotas de elevación al paso por La Garapacha, con los altos de Fuente Blanca y Zafra. Pero no iba a ser la montaña la que incidiera en el desarrollo de la misma, pues fue el Díos Eolo, el mismo invitado que impidió el normal desarrollo de la quinta y última etapa de la pasada edición, el que empujó a equipos como el Karpin-Galicia a tentar a la Diosa Fortuna con la formación de los temidos abanicos, que causaron efecto y estragos en un pelotón que se fragmentó en hasta tres grupos.
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