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Excursión a la Base Aérea de Alcantarilla, San Antonio el Pobre y La Luz

     Iniciamos la excursión con un día de sol expléndido (un día de los de Murcia, vaya) dirección Alcantarilla para visitar la base aérea y por el camino el guía que nos guiaba nos amenizó el viaje explicándonos todo lo que por el camino podía verse y mucho más. Hasta nos contó la historia de la Virgen de Sopetrán (la primera que estuvo “encimica el puente” y que se conserva en el Convento de las Verónicas en Algezares.

     Llegados a la base aérea, disfrutamos como niños, después de saludar debidamente al Coronel de la misma y “afotarnos” con él todo el grupo de ajucarmeros visitantes. Luego, nos hicimos una idea de las actividades que allí se realizan a través de un video en el que se explicaba “to por to”, excepto la actividad de los zapadores que al parecer es top secret.

    Y ya, a campo abierto: el avión que despegaba con los componentes de la PAPEA, que fueron cayendo poquico a poco haciendo acrobacias chulas-chulas de verdad, así como el aterrizaje en una especie de colchoneta marcada con un circulito en el que tenían que caer en pleno centro del mismo. Para mayor disfrute, el último paracaidista portaba una bandera, mejor dicho una BANDERA grande, enorme, colosal, preciosa, de nuestra querida España.

     Los zagalicos y zagalicas que hicieron la demostración como si no les costase trabajo eran guapos, majetes, de tó. Hasta nos hicimos fotos con ellos y los jaleamos un poco.

    Como es normal, los paracaídas hay que plegarlos bien para el siguiente vuelo; pues allá que nos fuimos a la sala de plegado donde nos explicaron con todo detalle como se realizaba este trabajo para que no hubiera ningún fallo en la práctica siguiente.

    También presenciamos las prácticas de vuelo libre en el llamado túnel del viento, chulo-chulo, y por fin: NOS MONTAMOS EN UN AVIÓN, donde hicimos un simulacro de pilotaje del avión (a foto parada claro), ya decimos, disfrutando como críos.

    Una mañana estupenda, tanto por lo que vimos, como por la forma en que lo vimos, ya que el trato fue más que cordial, diríase familiar.

    Visto lo visto, al autobús y a La Meseguera de La Alberca a dar cuenta del buen menú que se nos ofreció. Nos lo comimos todo, todo.

    Otra vez al autobús y a la Ermita de San Antonio el Pobre, ahora convertida en Centro de Visitantes. Merece la pena ir.

    Fin de la jornada en el Centro de Visitantes de la Luz, contemplando: de cerca, el monte y de lejos una extraordinaria panorámica de Murcia y sus alrededores.

    Todo un éxito de excursión a nuestro juicio.

    Autoras: Matilde y María Eugenia