Características

     El albaricoque es una fruta de forma redondeada que presenta un tamaño medio comprendido entre los 5 y 9 centímetros de diámetro, con un surco que la recorre longitudinalmente dividiéndola prácticamente en dos, característica de la familia a la que pertenece, la de las Rosáceas. Muestra una gama de colores uniforme en tonos amarillentos, anaranjados o rosados dependiendo de la variedad. Su piel es aterciopelada, con una pulpa amarillenta-encarnada de sabores que van desde el dulce al agridulce y con hueso liso en forma de almendra.

Origen

     La historia del cultivo del albaricoque se remonta cerca de 5.000 años, en China, pero sería el Imperio Romano quien la introduciría en Europa a través de sus conquistas y rutas de comercio con Asia, concretamente desde Armenia.

Cultivo y variedades

     Debido a las características de los albaricoqueros, las regiones de España que muestran un mejor clima para la adaptación de estos frutales son las situadas junto al Mar Mediterráneo, concretamente Murcia, Valencia, Albacete y, como excepción, Zaragoza.

     Las variedades que se cultivan en la Región de Murcia con una mayor densidad son las Bulida, Mauricio, Valencianos, Real Fino, Moniquí y de Clases. Sus características físicas, poco atractivas para los mercados de fruta fresca europeos, ha exigido que el Centro de Edafología y Biología Aplicada de Segura en Murcia experimente con otras variedades consiguiendo mejorar su calidad para los mercados importadores, por lo que en 2007 se presentaron las variedades Estrella, Rosa, Sublime, Maravilla y Toñi.

Gastronomía

     En la cocina los albaricoques se consumen principalmente en los postres, bien como fruta fresca, como ingrediente en elaboraciones de tartas, helados o en orejones, simplemente dejándolos secar. Se trata de un alimento con muy pocas calorías que aporta al organismo vitaminas y minerales por lo que se recomienda su consumo en todas las edades.